La guerra civil en el este de Ucrania, denominada también guerra de la región de Dombass, iniciada el 12 de abril de 2014, no parece estar cerca de concluir. Las pretensión de Rusia, que respalda militarmente a los prorrusos que han declarado la independencia en las autoproclamadas provincias de Donetsk y Lugansk, es congelar el conflicto con el objetivo de impedir que Ucrania ingrese a la Unión Europea (UE) y a otros organismos internacionales como la OTAN.
De hecho, esto es así porque los estatutos de la mayoría de las organizaciones internacionales no permiten que un país en conflicto armado pase a formar parte de su seno.
Ruslan Spirin, embajador extraordinario y plenipotenciario concurrente de Ucrania, con sede en México, está convencido de que la estrategia de Rusia es congelar el conflicto y bloquear toda posibilidad de avance y desarrollo de los ucranianos. “No hay otra explicación porque no tiene sentido que el proceso de diálogo se encuentre estancado, sin solución ni avance”, dijo Spirin, quien estuvo de visita en Panamá para entregar sus cartas credenciales al presidente de la República, Juan Carlos Varela.
Pero la visita del diplomático en Panamá va más allá de la entrega de sus credenciales y de encontrar puntos de interés mutuo como socios comerciales. Panamá ha dado su apoyo siempre a Ucrania en los organismos internacionales para resolver el conflicto, fue uno de los primeros países en ofrecer su voto en una declaración de las Naciones Unidas para no reconocer la anexión de Rusia de la península de Crimea, considerado hoy territorio ocupado para los ucranianos.
Panamá también fue el primer país que declaró su apoyo de integridad territorial a la independencia y soberanía de Ucrania. Y hace un par de semanas, Panamá votó a favor de Ucrania en la ONU por una candidatura como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para el período 2016-2017.
La reciente guerra civil en Ucrania tiene su origen en el llamado Euromaidán –una serie de manifestaciones y disturbios de índole europeísta y nacionalista– que llevó al derrocamiento del presidente electo Víktor Yanukóvich, integrante del prorruso Partido de las Regiones. Las protestas comenzaron en Kiev –capital de Ucrania– la noche del 21 de noviembre de 2013. Debido a la crisis política, Ucrania se vio obligada a suspender la firma del Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea, alcanzado en marzo de 2012.
En el climax de las protestas, el 8 de diciembre de 2013 los manifestantes derribaron la estatua de Vladimir Ilich Lenin, fundador de la Unión Soviética, por ser uno de los símbolos de lo que ellos consideraban la ocupación ruso-soviética. La población ucraniana se encontraba dividida: un 38% de los ucranianos apoyaba una asociación con Rusia, mientras que el 37.8% prefería una asociación con Europa.
Desde entonces, las provincias de Donetsk y Lugansk mantienen un conflicto armado al que se ha intentado poner fin con los acuerdos de Minsk firmados el 5 de septiembre de 2014 por representantes de Ucrania y líderes de los separatistas prorrusos de las dos provincias. Pero los acuerdos han sido violados y el conflicto se mantiene latente y sin una solución definitiva.
Apoyo internacional
El embajador Spirin dice que es necesario poner fin al conflicto que en año y medio ha causado más de 8 mil personas muertas. “No es posible que con todos los esfuerzos de diálogo que se ha hecho, Rusia mantenga más de 15 mil soldados, más de 700 tanques, lanzacohetes y una serie de maquinaria blindada”, sostuvo.
Denunció que Rusia envía las armas a lo largo de 400 metros de la frontera, no controlada por el ejército ucraniano. “Rusia dice que no tiene participación en el conflicto, pero los soldados oficiales que hemos capturado nos confiesan como los enviaron a la zona; además tenemos grabaciones de las operaciones rusas en el área”, anotó.
Según Spirin el presidente de Ucrania Petró Poroshenko ha dado los pasos clave para lograr la paz, pero eso no es suficiente, ya que debe existir el interés real de la parte agresora, como es el caso de Rusia, para que el fin del conflicto sea una realidad.
GEOPOLÍTICA RUSA
Spirin está convencido de que Rusia lo que pretende, desde un punto de vista geopolítico, es congelar el conflicto, porque lo que “más teme es el ingreso de Ucrania a la Unión Europea y a otros organismos internacionales. Ese es su único objetivo, porque los territorios de Donetsk y Lugansk están inservibles, ya no son buenos para anexarse, la infraestructura está totalmente destruida por los bombardeos. “Los separatistas quieren vivir en los territorios, pero ahí no hay como vivir, no hay aeropuertos, carreteras, hospitales, escuelas, etc.”, asegura Spirin.
Actualmente, el conflicto armado se encuentra en una tregua gracias a los acuerdos de Minsk mediante el que se implementó un alto el fuego inmediato.
“Esperamos que Rusia saque sus tropas y permita a Ucrania controlar el territorio nacional”, añadió Spirin.
El conflicto ha dejado más de un millón de refugiados y que esperan una pronta solución para poder regresar a sus casas.
TRAICIÓN A UCRANIANOS
Ucrania se siente traicionada por Rusia. Ucrania era la tercera potencia nuclear hace 24 años (1991) cuando firmó el memorándum de Budapest de no proliferación de armas nuclares. El memorándum, que fue firmado por cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, entre ellos Rusia, tuvo como objetivo garantizar la paz y la integridad territorial.
“La parte que nos debe defender de cualquier amenaza [Rusia], al contrario, hoy nos ataca agresivamente y ocupa territorios de Ucrania”, señala Spirin. Agrega que Rusia no solo ha roto los tratados bilaterales sino que destruye el sistema de derecho y seguridad internacional.
ELECCIONES
Spirin dice que la parte integral de los acuerdos de Minsk establecen celebrar elecciones en de Donetsk y Lugansk. “Queremos elecciones democráticas y transparentes con la presencia de observadores internacionales”, destacó el diplomático ucraniano. Dijo que las elecciones no pueden ser bajo las reglas rusas, dirigidas por sus líderes militares que han impuesto en la zona.
Sin embargo, los líderes de las autoproclamadas repúblicas populares de Lugansk y Donetsk firmaron un decreto el pasado mes de septiembre para celebrar elecciones locales en los próximos meses.
Líderes separatistas sostienen que la organización de las elecciones de Lugansk y Donetsk no viola los acuerdos de Minsk. El proceso electoral debe superar diversas etapas y culminar definitivamente en 2016. Según informa la revista Forbes Russia, los representantes de las repúblicas han propuesto febrero de 2016 para la celebración de los comicios.
La organización de estas elecciones en las regiones rebeldes del Donbass es uno de los elementos clave de los acuerdos de Minsk para regular políticamente el conflicto. Para llegar a este punto, según informa Russia Beyond The Headlines, las partes deben dialogar y establecer cómo se celebrarán las elecciones, algo que por ahora no ha sucedido. Deben celebrarse de conformidad con la legalidad ucraniana y las disposiciones de una ley especial sobre el estatus del Donbass. en caso de que las elecciones se organicen según las condiciones que determinen las autoridades ucranianas, esto no convendría en absoluto a los representantes de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk.
Si se celebran las elecciones de forma unilateral, los acuerdos de Minsk quedarán socavados y el conflicto se congelará, según indica el politólogo ucraniano Vadim Karasiov, director del Instituto Ucraniano de Estrategias Globales en una entrevista realizada por Russia Beyond The Headlines. En la entrevista se pregunta Karasiov: ¿Qué implicaría incumplir los acuerdos de Minsk?
"Que a finales de enero se prolonguen las sanciones económicas [de los países Occidentales contra Rusia] y Ucrania no recobre el control sobre la frontera, de manera que esta quedará tácitamente trazada por la zona en que tienen lugar los enfrentamientos entre los separatistas y los militares ucranianos".