Panamá y el reto de las pruebas PISA: un camino hacia la mejora educativa



Para entender la compleja relación entre Panamá y las pruebas PISA, es fundamental analizar sus antecedentes y su impacto en el país. Panamá ha recorrido un largo camino en su esfuerzo por mejorar el sistema educativo. Aunque se reconocen algunos avances, los desafíos persisten y demandan una atención continua y estratégica.

En el 2000, Panamá se unió a la iniciativa global de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) “Educación para Todos”, impulsando una serie de programas y políticas orientados a mejorar la calidad y equidad educativa. Este esfuerzo marcó el inicio de una transformación en el sistema educativo.

Como señala el periodista de La Prensa Yasser Yánez García en su artículo “Por debajo del promedio: así le ha ido a Panamá en las pruebas PISA a las que evita el Meduca”, Panamá participó por primera vez en las pruebas PISA en 2009, con la inclusión de 5,000 estudiantes. Los resultados iniciales fueron desalentadores, ubicando al país en el puesto 62 de 65 países.

Los resultados en PISA han revelado problemas significativos, señalando áreas de debilidad como lectura, matemáticas y ciencias. En la última ronda de exámenes, Panamá ocupó el puesto 74 de 81, con puntajes muy por debajo del promedio en estas áreas. Sin embargo, el país ha mostrado una leve mejoría en ciencias y lenguaje, aunque el desafío persiste en matemáticas.

Estos resultados han generado un serio debate sobre el desempeño de las escuelas y sobre las reformas estructurales necesarias para mejorar la educación en el país.

En respuesta a estos desafíos, se han implementado reformas curriculares que buscan modernizar el sistema educativo, adaptándolo a las necesidades del siglo XXI. Aunque estas reformas han logrado avances, persisten desafíos organizacionales y estructurales que impactan directamente a los estudiantes.

La infraestructura escolar también ha sido un foco de atención, con inversiones en construcción de nuevas escuelas y renovación de las existentes. Proporcionar un entorno de aprendizaje adecuado es fundamental para el desarrollo y bienestar de los estudiantes.

A pesar de los avances, Panamá sigue enfrentando desafíos significativos como la desigualdad en el acceso a la educación y en la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje. La falta de rendición de cuentas y la eficiencia interna permanecen como áreas prioritarias que requieren atención.

La reciente decisión del Ministerio de Educación (Meduca) de retirar al país de la próxima edición de las pruebas PISA ha generado preocupación entre los jóvenes. Estas pruebas, organizadas por la OCDE, son una herramienta clave para evaluar y comparar el rendimiento educativo de los estudiantes a nivel internacional. Para muchos jóvenes panameños, participar en PISA representa una oportunidad para medir sus habilidades en relación con sus pares de otros países.

Esta decisión resulta equivocada desde una perspectiva lógica y política, ya que todas las autoridades reconocen que se trata de un problema urgente que requiere soluciones. La exclusión de las pruebas PISA deja al país al margen de los esfuerzos globales en educación. Es imperativo que Panamá utilice herramientas técnicas para guiar sus decisiones de política pública, continuando con la capacitación de docentes y mejorando los espacios de estudio para niños y jóvenes.

Participar en pruebas internacionales como PISA no solo ayuda a los países a entender su desarrollo comparativo, sino que también permite identificar áreas de mejora y evaluar la efectividad de las políticas nacionales. Todos quienes formamos parte de esta nación, desde el gobierno y el sector privado hasta los docentes y estudiantes, debemos cooperar para impulsar mejoras.

Es innegable que el sistema educativo en Panamá enfrenta retos significativos, pero también tiene la oportunidad de avanzar en la dirección correcta. Recordemos que cada avance, por pequeño que sea, nos acerca a un futuro mejor para nuestros jóvenes y, en consecuencia, para nuestro país. Medirnos no es una opción: es un imperativo y una muestra de responsabilidad. Hagámoslo sin temor.

La autora es miembro de Jóvenes Unidos por la Educación y egresada del Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana 2020.


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