El papa Francisco lamentó el miércoles la falta de oportunidades de trabajo y estudio que enfrentan los jóvenes, y advirtió que la pobreza genera el ambiente propicio para que sean atrapados por el narcotráfico.
Francisco pidió en un encuentro con trabajadores y empresarios pensar qué tipo de México quieren legar a sus hijos. "¿Un aire viciado por la corrupción, la violencia, la inseguridad y desconfianza o, por el contrario, un aire capaz de generar alternativas, generar, la palabra es clave, generar renovación o cambio?", preguntó.
Para el pontífice, la pobreza y la "marginación es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia", y criticó las mentalidades que ponen a las personas al servicio del capital.
"Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días", dijo desde un centro educativo en Ciudad Juárez, fronteriza con El Paso, Texas. El presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Juan Pablo Castañón, reconoció que el principal desafío es promover el desarrollo en México, donde cerca de la mitad de la población vive en la pobreza y seis de cada 10 trabajadores están en la informalidad, sin seguridad social.
"En Juárez hay mucho trabajo, pero con salarios muy pobres y no suficientes para que uno solo pueda mantener a toda la familia", dijo Ubaldo Martínez, trabajador de una maquiladora de 64 años.
"Ojalá que todo esto que dijo el papa ayude a que los empresarios pongan atención en la situación de los trabajadores y los salarios, que están muy mal", comentó Alicia Juárez, originaria del estado vecino de Coahuila y quien llegó a Juárez con ocho miembros de su familia.
Francisco cierra el miércoles una atareada visita de cinco días que se centró en las injusticias que afrontan los más pobres, oprimidos y vulnerables en México ante la violencia instigada por las drogas. El pontífice intentó ofrecer consuelo al tiempo que reclamó a los líderes políticos y religiosos que no han cumplido con su pueblo.
El papa también visitó el miércoles una cárcel en Ciudad Juárez, donde advirtió que los problemas de inseguridad no se acaban cuando se encarcela a alguien.
A unos 700 internos de la que fuera una de las cárceles más peligrosas del país el papa les pidió "no quedar presos del pasado, del ayer" y "aprender a abrir la puerta al futuro".
Pero su mensaje fue más amplio: "El problema de la seguridad no se agota solamente encarcelando, sino que es un llamado a intervenir afrontando las causas estructurales y culturales de la inseguridad, que afectan a todo el entramado social".
El papa suele ir a prisiones en casi todos sus viajes al extranjero, algo que forma parte de su antigua costumbre de atender a los presos en su creencia de que lo más bajo de la sociedad merece dignidad.

