El próximo 12 de mayo, el sacerdote y filósofo Gustavo Gutiérrez, uno de los padres fundadores de la teología de la liberación, será uno de los relatores en El Vaticano de la presentación de la “XX Asamblea General de Caritas Internationalis”.
A su lado se sentará el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, amigo personal del primer purpurado panameño José Luis Lacunza, quien presidirá el evento para despedirse tras ocho años al frente de este organismo social de la Iglesia.
Pero el protagonista será este comprometido teólogo peruano, que a sus 88 años vive a caballo entre Estados Unidos y Europa cumpliendo con rigor sus numerosas citas académicas y religiosas. Será la primera vez que Gutiérrez esté en la Sala de Prensa de El Vaticano, pero no la primera vez que entre en territorio de la Santa Sede.
En septiembre de 2013 fue recibido en audiencia privada por el Papa. Un gesto de acercamiento que fue visto por algunos analistas como el fin de una tensa relación entre la Santa Sede y esta corriente reformista que nació en Latinoamérica en los años 60 y que se basa en la opción preferencial por los pobres.
Aquella cita se enmarcó en la presentación en Italia del libro del que Francisco redactó el prefacio Del lado de los pobres: Teología de la Liberación, escrito a cuatro manos en 2004 entre Gustavo Gutiérrez y el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el arzobispo alemán Gerhard Müller. Müller, que fue designado por Benedicto XVI en los últimos tiempos de su pontificado, es un gran admirador de las ideas de Gutiérrez.
Además, el departamento de la Curia vaticana que preside se encarga, entre otras tareas, de velar para que los sacerdotes de las Iglesias locales no se alejen de la doctrina dictada por la Santa Sede.
Sin embargo, las voces contrarias no tardaron en hacerse escuchar. El cardenal peruano, Juan Luis Cipriani, tildó a Müller de “ingenuo” durante su programa semanal “Diálogos de Fe” en la radio RPP. Según dijo Cipriani en aquella ocasión, la reunión entre el Papa y Gutiérrez “está siendo usada” para simular un acercamiento con una corriente teológica que ha provocado “daño a la Iglesia”.
Si bien es cierto que Gutiérrez nunca justificó la violencia y no sufrió la condena del Vaticano, la teología de la liberación, y más en concreto los sacerdotes latinoamericanos que la siguieron, fueron severamente repudiados por Juan Pablo II y por Benedicto XVI.
La repentina decisión del pontífice argentino de levantar la suspensión pastoral que Juan Pablo II había impuesto al sacerdote nicaragüense, Miguel d'Escoto, alimentó en agosto del año pasado nuevas expectativas de reconciliación entre el Vaticano y la teoría de la liberación.
Para los vaticanistas este cambio de actitud de El Vaticano tiene que ver con el pensamiento teológico de Jorge Mario Bergoglio que proviene del documento de Aparecida creado por la Conferencia de los obispos latinoamericanos en el 2007, que, a su vez, comparte elementos de la teología de la liberación, sobre todo, la preconización de una Iglesia “pobre y para los pobres”.
