Una de las zonas más afectadas por el terremoto de 6.2 grados que esta mañana ha sacudido el centro de Italia ha sido Amatrice: un pequeño pueblo de la provincia de Rieti, situado a unos 80 kilómetros de Roma, que en agosto multiplica por 2 las 2 mil 600 personas que lo habitan de invierno.
Precisamente de esta localidad famosa por la salsa “amatriciana” con la que condimenta los platos de pasta, llegan los primeros testimonios de la tragedia recogidos por el periódico italiano Corriere della Sera.
“¡Mi mujer ha muerto!”, es lo que repetía sin parar un hombre cubierto de sangre al que se llevaban en una camilla ante Paola Mancini, una anciana de 79 años, vecina de Amatrice, que ingresó en el hospital Grifoni el martes pasado y que fue evacuada junto al resto de 14 ingresados.
La mujer detalla que solo cuando estuvo en la calle se dio cuenta del drama al que había sobrevivido. “Cuando ha llegado la primera ambulancia, sobre la camilla iba un hombre ensangrentado. No lo he reconocido, pero sé que era habitante de la localidad. No paraba de llorar y repetir: “¡Mi mujer ha muerto!, mi mujer ha muerto porque nuestra casa se ha derrumbado”.
“Ha sido una sacudida larga y terrible. Hemos tenido miedo, nos hemos quedado paralizados por el terror”, explica. “Ha habido momentos de pánico, pero los enfermeros nos han hecho alinearnos rápido en la calle”, continúa.
Tras los primeros temblores que se produjeron a las 3:35 a.m., la enfermera que estaba de guardia apremió con fuerza a los internos a dejar cuanto antes el centro hospitalario que ha quedado completamente derrumbado. “Estábamos dos personas en la habitación de Urgencias. Nos levantamos y empezamos a correr como pudimos. Al instante estamos en el pasillo, donde nos encontramos a un médico que nos tranquiliza como puede”, afirma la mujer.
Las casas antiguas de piedra situadas en el centro histórico se han derrumbado en su mayor parte y conforman una gran masa de escombros. Sin embargo, el fuerte sismo no ha podido con el antiguo campanario del siglo XII que se erige entre las ruinas, testigo de la tragedia. “Espero que signifique que la ciudad no está destinada a morir y que un día podrá renacer”, señala muy afectado por la tragedia el alcalde de Amatrice, Sergio Pirozzi. “La ciudad está prácticamente derruida. Hay gente bajo los escombros”, agrega.
La situación en Amatrice es devastadora. Las sirenas de las ambulancias no cesan y el vaivén de sanitarios y personal cooperante es constante, mientras que las lágrimas y el dolor se reflejan en los habitantes. Valerio relata en declaraciones a ANSA recogidas por el diario Repubblica que todas las casas de vieja construcción se han derrumbado: “La calle principal del centro histórico es un desastre. Hemos salido con el tractor para liberar la calle de los escombros. He salido de casa en plena madrugada medio desnudo y ahora trato de dar un mano a los servicios de rescate”.
Dos niños rescatados con vida bajo los escombros
En la localidad de Pescara del Tronto, que continúa sufriendo alguna pequeña sacudida y en la que se estima que hay unos 100 desaparecidos, 2 niños de 4 y 7 años han sido rescatados con vida bajo los escombros. Cuando comenzaron las sacudidas del terremoto, su abuela les instó a esconderse debajo de la cama. Tras varias horas de trabajo, los equipos de rescate de bomberos consiguieron sacar también a la anciana.
El obispo Giovanni D'Ercole, de la diócesis de Ascoli, otra localidad cercana, decidió desplazarse hasta el lugar de la tragedia para ayudar en la medida de lo posible. El religioso encontró un “pueblo destruido, gritos y muertos”, y tuvo que bendecir los cuerpos de dos niños muertos bajo los escombros.
“El espectáculo es desolador. Cuando he llegado con las luces del alba he visto un pueblo destruido, gritos, muertos. No sabemos cuántos son. Estamos verdaderamente en una situación desesperada y no somos el único pueblo”, lamenta en declaraciones a Radio Vaticana.
Italia es un territorio propenso a la actividad sísmica. En la mente de todos está el recuerdo del terremoto de 5.8 de magnitud en la escala de Richter que se produjo en el año 2009 en la localidad de L’Aquila, también en el centro de Italia, y que provocó más de 300 muertos. Marco, un ecologista que trabaja en la zona Rieti y cuya casa se sitúa en el centro histórico de Amatrice relata a Repubblica: “Estoy a salvo gracias a un milagro. Me había levantado para ir a trabajar. Me acababa de levantar de la cama cuando en un momento se ha derrumbado todo. Han bastado tan solo 10 segundos para destruir todo”. “Me acuerdo del terremoto de L’Aquila, que duró más tiempo; aquí, en cambio, en un momento ha sucedido todo”, agrega.
Otro testigo que se encontraba en Configno, una localidad situada a mil 8 metros correspondiente a Amatrice narra su pesadilla: “Ha sido horrible. Nos hemos despertado a las 3:35 a.m. y hemos visto los muebles que se movían de un lado al otro. Hemos conseguido salir a la casa rapidísimo. Algunos están en la calle en ropa interior tal y como estaban durmiendo. Hemos encendido un fuego y hemos tratado de sacar de los escombros a los ancianos. Estoy tratando de contactar con mi madre que vive en otro pueblo aquí cerca, pero el teléfono no funciona”.
Otros testigos expresan su experiencia en las redes sociales. Elisa, de 14 años, escribe en Twitter: “Desde las 3:36 a.m. no paro de llorar, tengo mucho miedo. Mi padre ha entrado en mi habitación, mientras mi madre gritaba mi nombre. He estado toda la noche en la calle, tenía pánico de volver a casa”. El vicedirector del Times, Emma Tucker, que se encontraba de vacaciones en la región de Marche, escribe en Twitter: "Hemos tenido que evacuar nuestra casa, tras un fuerte terremoto en Italia. Yeso y polvo por todas partes. Ha sido terrorífico”.
Muchos advierten de la presencia de extranjeros que estaban pasando las vacaciones en casas rurales de la zona. “Ha sido como si la cama se hubiera montado en unos patines –declara Michael Gilroy de Montapulciano a la cadena de televisión CNN– al principio estaba muy confundido. Soy de California y no sé qué es un terremoto. Las lámparas han comenzado a temblar y hemos tratado de dejar el edificio cuanto antes”.