La dinamita que estalló a la 1:10 a.m. el 13 de noviembre de 1918 no hirió al general Blatchford. No obstante destruyó su residencia. Los investigadores no alcanzaron a descubrir nunca quiénes atentaron contra la vida del militar de más alto rango en Panamá.
Sin embargo, parecía claro que tenía relación con la orden de prohibir al personal del Ejército y la Marina de Estados Unidos cruzar los límites de la Zona del Canal para visitar las “inmorales” ciudades de Panamá y Colón. El atentado era “consecuencia irrefutable de mi lucha contra el vicio en Panamá”, anotó Blatchford, destacando que no se había mencionado “una sola palabra de condena en los periódicos panameños o por el Gobierno de Panamá”.
De hecho, el apenas diplomático Blatchford había puesto en peligro el status quo imperante con su intento de suprimir el sexo, las drogas, el juego y el exceso de bebida que hacían parte inevitable de la vida aledaña en Panamá.
Este artículo y los que seguirán se proponen revaluar el papel del “vicio” fronterizo en las relaciones de EUA y Panamá. Conjuntamente sostienen que el enfoque adoptado permite ahondar la comprensión, tanto de los mecanismos de expansión de Estados Unidos, como el desarrollo del Estado-nación, a la vez que tornan complejas diversas gestiones estatales usualmente consideradas simplemente actos de “corrupción”.
La actividad ilícita mostró ser un aspecto importante de la formación del Estado-nación panameño y de la expansión de Estados Unidos. Panamá fue asiento de experimentos de los estadounidenses que consistían en tomar decisiones sobre la administración de justicia penal extraterritorial como medios de control en vez de emprender la ocupación directa. Los poseedores del poder en Panamá y Colón, por su parte, consiguieron adaptarse a las intromisiones de los norteamericanos, aunque frecuentemente de modos que estos no anticiparon.
Estos artículos sostendrán que el escaso provecho económico proveniente del Canal, combinado con las imposiciones legales foráneas, propiciaron que el Estado se involucrase clandestinamente en una novedosa actividad delictiva. Así, el control por el Estado de la infraestructura ilícita devino un componente importante de la política y del poder institucionalizados en Panamá. El dominio económico y político de Estados Unidos favoreció esa actividad borrando las fronteras de una cultura burocrática y otra ilegítima.
Los artículos siguientes arrojarán luz a los comportamientos de las personas corrientes que participaban en los programas estatales destinados a controlar y civilizar la actividad en los cruces fronterizos. Las vidas inherentemente “transnacionales” de comerciantes, trabajadores, soldados y delincuentes, entre otros, permitió explotar estratégicamente las desiguales regulaciones impuestas en la zona limítrofe de Panamá, Colón y la Zona del Canal. El diario cruzar no disminuyó el poder estatal sino que ayudó a producir y reproducir regulaciones y normas sociales y culturales de dos soberanías distintas, surgidas de relaciones desiguales, marcos legales discordantes e intereses políticos y económicos disímiles. La violencia rutinaria que caracterizó gran parte de la interacción limítrofe ayudó a nutrir un nacionalismo popular en Panamá que acumulaba un profundo sentimiento antinorteamericano.
Esa poderosa y, en ocasiones, impredecible fuerza política no frenó la estrategia de Panamá de extender la diversión a los residentes y visitantes de la Zona del Canal. No obstante, hizo decrecer el interés de los panameños de cooperar con las regulaciones de Estados Unidos. Estos artículos destacarán el papel fundamental que la ilegalidad ha jugado en perfilar la historia reciente mediante la incorporación de cuatro ramas de investigación académica, aún pendientes de fertilización mutua: la literatura sobre el imperialismo de EUA; el estudio de zonas limítrofes; la investigación sobre actividades ilícitas y la investigación histórica sobre Panamá. Eso no significa que el tema de la ilegalidad esté ausente de los estudios sobre el Panamá del siglo XX.
El politólogo Steven Ropp ha proporcionado tal vez la explicación más sistemática de la relación entre actividad ilegal y Gobierno durante los años del régimen militar, revelando convincentemente cómo el contrabando de drogas, lavado de dinero, fraude en la Zona Libre de Colón y otras prácticas ilegales contribuyeron a sostener los regímenes de Torrijos y Noriega.
Estos artículos sitúan las raíces de la institucionalización de la ilegalidad profundamente en el pasado de Panamá. Uno explorará los difíciles desafíos de la formación del Estado-nación durante las primeras décadas del siglo XX, a la vez que resalta la importancia que concedieron los políticos a la incorporación a los cargos del Estado para generar y conservar poder político, prestigio y fortuna. Otro analizará las tensiones suscitadas entre Panamá y EUA por la dinámica de la diversión. Otro artículo recurrirá a fuentes no exploradas para ilustrar las formas en que la actividad estatal ilegítima quedó entretejida en la formación del estado panameño. No obstante lo rutinaria que devino la conducta ilícita, su naturaleza clandestina generó inseguridad en los funcionarios y abrió las puertas al ataque político. El último artículo hará un examen de dos imputaciones distintas de corrupción en un contexto institucional en el que todos los actores transitaban entre la colaboración colonial y el interés anticolonial. Cada caso tuvo mucho que ver con la manipulación del entorno de la clientela burocrática del gobierno que en su momento ambicionaba el poder político.
FUENTES
Editor: Ricardo López Arias
Autor: Matthew Scalena, profesor de Historia de la Universidad Simon Fraser, en Vancouver, Canadá.
Fotografía: Carlos Endara. Colección RLA/AVSU
Comentarios: raíces@prensa.com
