Del 7 al 9 de abril se llevará a cabo, por primera ocasión, el torneo RoboCup Junior Panamá. Para sus principales organizadores, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) y la Autoridad Nacional para la Innovación Gubernamental (AIG), el evento es una oportunidad para consolidarse de forma enérgica en el campo de la robótica educativa.
RoboCup Junior es un certamen educativo internacional con 16 años de trayectoria. Su primera versión, realizada en 1998 en París (Francia), contó con una demostración educativa en donde se propuso formar equipos juveniles para sus versiones posteriores.
Desde entonces, el torneo internacional, que este año se efectuará en el mes de julio en la ciudad de João Pessoa (Brasil), congregará a estudiantes de todas partes del planeta para demostrar sus progresos en este campo.
Tras varios años de iniciativas aisladas en el campo de la robótica, ambos organismos dedicados a impulsar la innovación y la tecnología en el país conformaron el Comité Nacional de Robótica y Aplicaciones Informáticas con miras a participar en el campeonato internacional y fomentar de manera sistemática mayores actividades en torno a la robótica educativa.
Este consejo, conformado por la Universidad de Panamá, la Universidad Santa María la Antigua, la Universidad Tecnológica de Panamá, la Universidad Latina de Panamá y la Cámara Panameña de Tecnología y Comunicaciones, además de la AIG y Senacyt, figura como la entidad dedicada a promover en el país más actividades y proyectos en torno a esta especialidad tecnológica.
Igualmente, esta comisión nacional se encuentra adscrita a la Federación Internacional de Robótica, una organización sin fines de lucro encargada de impulsar y fortalecer la tecnología robótica en el ámbito mundial.
APORTES
La coordinadora de desarrollo profesional de Senacyt, Mariela Batista, opina que el istmo apenas comienza a dar sus primeros pasos en este campo científico. Empero, también reconoce que ha sido un vehículo propicio para inculcar entre los escolares una mayor vocación por las llamadas “ciencias puras”, que incluyen asignaturas como la matemática, la química y la física, por ejemplo.
Un artículo publicado en febrero pasado por el rotativo argentino La Nación percibe la robótica como una nueva dinámica que bien podría transformar tanto la tecnología del futuro como la economía mundial.
Esta hipótesis, descrita con antelación en el ensayo La segunda era de las máquinas, escrito por Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, ambos profesionales del MIT Center for Digital Business de Estados Unidos, afirma que esta evolución también depende de un mayor acercamiento de las personas hacia el estudio y comprensión de las nuevas tecnologías.
Iniciativas actuales como la de la red social Facebook, que anunció su interés en penetrar en el campo de la robótica mediante la adquisición de drones para facilitar la conexión a internet, o la agencia espacial NASA, que en esta semana informó sobre la planificación de una posible misión no tripulada a la luna de Júpiter a mediados de 2020, son algunos ejemplos de los avances de esta especialidad tecnológica en la industria moderna.
Batista explica que la robótica aplicada en el sector educativo ayuda a promover un mayor uso de las tecnologías de la información y la comunicación y fortalece en clases el trabajo colaborativo y la resolución de problemas.
La robótica educativa, aunque se desarrolla de forma más amplia en otros países, comienza a generar interés en Panamá.
Senacyt afirma que en su caso comenzó a desenvolverse de la mano de los clubes científicos, los cuales entre otros proyectos, comenzaron a experimentar con kits de robótica.
Una experiencia similar tuvo la AIG, que según explica Anabel Broce, del departamento de arquitectura tecnológica de esa entidad, hace dos años iniciaron sus capacitaciones de robótica avanzada entre los docentes y estudiantes de colegios particulares y oficiales del país.
Estos esfuerzos dieron como resultado un cúmulo de proyectos con potenciales aptos para concursos, aseguran ambas instituciones.
Desde lenguajes de programación hasta conceptos de mecánica y electrónica son impartidos entre la muchachada nacional.
De igual forma, comenta Broce, estos cursos también se imparten entre la comunidad universitaria, con miras a incorporar nuevos talentos en categorías más avanzadas en los torneos RoboCup.
TORNEO NACIONAL
La versión istmeña del RoboCup Junior tiene como objetivo la formación de una próxima generación de investigadores e ingenieros expertos en las nuevas tecnologías.
El coordinador de proyectos de robótica educativa de Senacyt, Serafín Blis, sostiene que para el concurso nacional en abril se utilizarán los mismos reglamentos y parámetros usados por la organización RoboCup en sus torneos internacionales.
La inscripción para el certamen cerró el pasado viernes con cerca de 160 equipos, cada uno conformado por tres integrantes: dos estudiantes y un tutor.
“La mayoría son estudiantes del interior del país”, agrega Batista, quien confirma que una pluralidad relevante proviene de las provincias de Chiriquí y Veraguas.
El certamen istmeño, que en adelante se realizará cada año, contará en esta ocasión con dos categorías de participación: infantil, con escolares entre los 9 a 14 años de edad, y juvenil, con chicos entre los 14 y 19 años.
Ambos grupos competirán con sus prototipos en tres modalidades técnicas. Danza será la primera, en donde el robot deberá seguir la armonía y ritmo de una melodía de manera creativa. Otra opción es la llamada de rescate, en donde los dispositivos tendrán como tarea identificar a una o varias víctimas en un escenario de desastre recreado para la ocasión.
Como tercera opción, habrá un segmento de fútbol en donde los robots deberán patear un tiro penal y anotar gol en el arco de portería.
De acuerdo con los organizadores, en cada modalidad se escogerá a un ganador. Un trofeo y 500 dólares en efectivo serán los premios al esfuerzo de los chicos.
Por otro lado, los competidores juveniles que resulten premiados en los segmentos de danza y rescate representarán al país en el torneo internacional en Brasil.
