´Cantar de ciegos´, cantar de divas

Lo único certero en la vida es la muerte. Y aun anunciadísima, nos estremece. Muchas veces, lloramos por quien nunca conocimos, como ha sido el caso, esta semana, de dos personajes ilustres.

También lloramos por otros desaparecidos, no tan prominentes pero no menos amados. Amigos de la infancia o sus familiares. Se siente la pérdida que deja en el mundo de las letras un Carlos Fuentes, y en el de la música, una Donna Summer.

Pero también se siente el dolor de quienes quedan aquí, sin su mamá, sin su hermano, sin su esposo. No menos dolida, aunque sin nexo familiar con el escritor, queda una amiga querida, acérrima admiradora de Fuentes y su obra.

“¿Sabías”, le digo al teléfono, “que mis abuelos eran los padrinos de Carlos Fuentes?”, “No”, “Cuando el padre de Fuentes era joven diplomático mexicano aquí; mi abuelo era el embajador del Ecuador. Mi abuela se encariñó mucho con la joven mexicanita embarazada, y cuando nació el bebé, los Fuentes le pidieron a Colón Eloy y Blanca que fueran los padrinos”. Final del cuento. Nunca lo conocí, al autor de Cantar de ciegos. Bueno, tampoco conocí a la diva de los seventies, al menos personalmente.

Pero al leer a Fuentes, vemos cómo examina su vida y las de otros, y un filamento de raciocinio pregunta si tendría razón Sócrates al decir que no vale la pena vivir una vida sin examen.

Nos dejamos llevar por otros más ignorantes que nosotros (verdad lapidaria cada cinco años, al votar libremente). Como dicen en inglés, the blind leading the blind. El ciego haciendo de lazarillo. Pero hay que examinar y revisar, y corregir rumbo, o derrota, para usar el término náutico. Lo que es muy difícil, ya que tenemos los hábitos, las adicciones, las codependencias, lo fácil, marcado, no como un trillo, sino como la fosa de las Marianas, en nuestras sendas neurales. La vida examinada de Sócrates, que es algo tan, pero tan difícil. No sé cuán introspectivos hayan sido en su fuero interno, pero el autor de Muñeca reina y la reina de la era “disco” jamás expresaron ni síndrome de página blanca ni terror escénico en sus sendas ocupaciones. Carlos Fuentes formó parte de mi formación académica, y Donna Summer, por supuesto que fulguró en mi desarrollo extracurricular. Faltaba más.

Al final del día, o a mitad de la jornada (ya cruzado el medio siglo), ¡uf! me incomoda mucha introspección, como exigía el griego. Ya el pasado se fue, y ojalá queden las lecciones. Prefiero mirar adelante, como Fuentes, quien le dijo a un periodista del diario El País: “Nunca la historia ha estado más llena de futuro”, ante su pesimismo sobre el futuro de América Latina. Así que a vivir, examinándose cada uno con el rigor de que es capaz, porque al fin y al cabo, la negación es una gran herramienta de supervivencia. Los dos famosos internacionales, y los familiares y amigos desaparecidos en estos últimos días, en realidad viven en nosotros, con o sin análisis, pero eso sí, con mucho cariño. Love to love you, Baby.

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