Desde hace considerable tiempo hemos estado repitiendo el tema del deterioro de nuestras ciudades principales en la República de Panamá, en sus diferentes aspectos, y de cómo un porcentaje importante de nuestra población se inclina a residir en áreas suburbanas por razones económicas principalmente.
Ello a pesar de que en estos últimos lugares se carece de atractivos culturales superiores, además de que existen costos en tiempo, dinero y daño al ambiente cuando se viaja diariamente a la ciudad por razones de trabajo y otros motivos. Y lo más grave es que en muchas de las urbanizaciones a que nos referimos no hay suministro de agua potable. (Nunca hemos entendido por qué los municipios autorizan la construcción de urbanizaciones suburbanas sin conocer cómo se les va a suministrar agua. O recoger los desechos o basuras).
Las vidas de las personas giran alrededor de sus ingresos, pero cada día estos tienden a menguar, sobre todo en los niveles de la clase media para abajo, por motivo de los impuestos, en parte considerable. En Panamá inventan uno a cada momento por cualquier causa. Estados Unidos se separó políticamente de Inglaterra porque esta última trató de imponerle tributos, y resultó irónico que a los inicios del siglo pasado se creó en ese país la tasa obligatoria sobre los ingresos personales.
Si bien es cierto que el Estado necesita ingresos a través de impuestos para atender los servicios que está obligado a brindar a la comunidad, nos da la impresión de que los gobiernos de los tiempos recientes se inclinan a comportarse como si fuéramos una nación rica en dinero y gastan y se comprometen en proyectos faraónicos, como si las arcas nacionales fueran inagotables. V.gr. Se compran los carros más lujosos a montón. Para llevar esa vida hay que establecer más impuestos. Y aumentar los existentes (el llamado 7%, antes era el 5%, más anteriormente era nada).
Por una parte, al Estado no le alcanzan los medios para fortalecer y mantener adecuadamente las infraestructuras de las ciudades, porque parte de lo que pudiera gastar en ello lo tiene que destinar a la suburbia. El resultado de esto es el deterioro de los vecindarios de la capital. Los aptos para alojarse aumentan en valor por la razón de que hay pocos. Y en otro aspecto, ¿por qué la gente se ubica en las periferias de las ciudades? Por la sencilla razón de que les resulta más accesible la obtención de una vivienda. Aquí los impuestos prediales son menores, no se paga por el soterramiento de los cables eléctricos, etc. A propósito, nunca se nos explicado por qué a las compañías privadas que explotan la telefonía y el servicio de televisión por cable en la ciudad de Panamá no se les obliga a soterrar sus cables, en vez de usufructuar, sin costos, desde hace mucho, los postes públicos que son propiedad del Estado.
Para evitar, de alguna manera, el éxodo hacia la suburbia, además de sugerir el uso racional y sabio del dinero público, los economistas que estudian el comportamiento de los centros urbanos recomiendan una reforma fiscal basada en el principio de que el Estado debe cobrar impuesto sobre la renta, no sobre lo que cobra nominalmente el que lo recibe, sino de lo que queda después de pagar la cuota del seguro social, el impuesto de inmueble (si es propietario) y otros. Aquí en Panamá, los impuestos de consumo general se pagan dos veces por lo menos.
Algunos impuestos, por ejemplo, deben fijarse cuando se utilizan los recursos acuáticos si estos son escasos, sobre las actividades que producen contaminación ambiental, etc. De esta manera, los que habitan nuestras ciudades se hacen de más recursos para invertir en la buena conservación de los centros urbanos. Y Al final, el Estado también.
