Los panameños vivimos con un orgullo nacional mancillado por una leyenda negra: Estados Unidos utilizó su poderío militar y económico para procurar la Independencia de Panamá el 3 de noviembre de 1903. En otras palabras, sin la intervención estadounidense Panamá no existiría. Debido a la pésima calidad de nuestro sistema educativo y a la falta generalizada de una cultura de reflexión histórica y sociológica, la leyenda negra es el paradigma de nuestra historia como nación independiente.
Desde el colombiano Óscar Terán hasta el panameño Ovidio Díaz, los distintos autores han documentado la conspiración y los intercambios monetarios que consolidaron la independencia de 1903. No voy a disputar estos hechos, que me parecen ampliamente documentados, pero en su lugar los voy a ponderar como un sabroso pie de página de la verdadera historia de Panamá.
Nuestra historia republicana se cuenta como una narrativa autónoma y desconectada del siglo XIX. Esto es un gran error, y es en gran medida la raíz de la baja autoestima histórica del país. La reflexión que voy a compartir es muy sencilla: Panamá era una nación tan pequeña y débil que se confederó, según las guías de Simón Bolívar, para formar parte junto con Perú, Venezuela, Ecuador y Nueva Granada, de lo que se llamó la República de Colombia. El uso del nombre “Colombia” ha sido la principal razón de la confusión histórica.
La primera independencia de Panamá fue el 10 de noviembre de 1821. El magnate santeño Segundo de Villarreal organizó el asalto al cuartel español de La Villa de Los Santos y la liberación de los presos políticos santeños que estaban detenidos en la cárcel. Segundo de Villarreal era el hombre más rico del interior. Tenía propiedades en el intramuro del casco viejo, se dedicaba al comercio, a la ganadería, a diversos cultivos, tenía salinas en diversas partes de Los Santos, poseía una cantidad importante de esclavos y había sido capitán de la milicia santeña. Según la tradición oral que conocí, Rufina Alfaro, o quien más probablemente era María Rosinda Alfaro, trabajaba para Don Segundo. Este tema lo trataré en detalle en otro artículo.
Los independentistas santeños convocaron a un cabildo y redactaron un Acta de Independencia. Tomó 27 días para que José de Fábrega, el criollo de mayor rango político y militar aceptara sumarse a la independencia santeña. Originalmente, Fábrega intentó convencer a los santeños que se echaran para atrás, pero estos se mantuvieron firmes y fueron sumando adhesiones. Mientras que el Acta de Independencia del 10 de noviembre habla de principios nobles de la libertad frente a la opresión española y de las ansias de independencia; el Acta de Independencia del 28 de noviembre parece una factura comercial en la cual José de Fábrega manifestaba su preocupación por los caudales y deudas que la colonia española mantenía con él. Su preocupación fundamental era: ¿quién le iba a pagar la plata que le prestó a los españoles?
En 1821, geográficamente hablando, Panamá no era el Panamá que conocemos hoy en día. Todo lo que había desde el río Atrato hasta la provincia de Veraguas, incluyendo también el archipiélago de San Andrés en el Caribe, era parte de Panamá, una provincia del Virreinato del Perú y en alguna ocasión del Virreinato de Nueva Granada. Chiriquí y Bocas del Toro, junto con toda Centroamérica y la región mexicana de Chiapas, formaban parte de la Capitanía General de Guatemala, que a su vez era parte del Virreinato de Nueva España. La independencia del 10 de noviembre de 1821 solo llegaba hasta Alanje. Al oeste de esa vecindad se hicieron independientes el 15 de septiembre de 1821.
Los independentistas santeños debieron escoger entre confederarnos con los centroamericanos, o con los sudamericanos. Ellos escogieron unir a Panamá con el proyecto de Bolívar, y que estaba integrado por Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela, Panamá y Nueva Granada. A todo esto se le llamó Colombia. También se usó el apelativo la Gran Colombia.
La suerte de este proyecto fue variopinta. Con la muerte de Bolívar, el proyecto colapsó. Así el 20 de marzo de 1830 Venezuela se va de Colombia, el 13 de mayo se fue Ecuador, y Panamá opta por abandonar la federación el 26 de septiembre bajo el liderazgo del arrabalero médico e ingeniero José Domingo Espinar. Por una parte su raza negra y su pertenencia a las clases bajas, y por la otra la ambición de nueva Granada conspiraron para que esta tercera independencia de Panamá fracasara.
En 1831, el mismo general que había venido a Panamá a someter la independencia de 1830, decidió declarar su propia independencia, que no contó ni con el apoyo local ni el respaldo extranjero. El 18 de noviembre de 1840, el general Tomás Herrera nos independiza de Nueva Granada, y establece una constitución republicana, funda una universidad y aprueba una serie de leyes para hacer viable un país independiente. Panamá recibe reconocimiento de Costa Rica y de los Estados Unidos, sin embargo, Herrera decide concluir el proyecto independentista en diciembre de 1841, y bajo engaño de Bogotá decide reunificar a Panamá con la República de Nueva Granada.
En 1846, Nueva Granada y los Estados Unidos firman el tratado Mallarino–Bidlack, por medio del cual se le concede importantes derechos a los Estados Unidos sobre Panamá, a cambio de que garantice el orden público y mantenga a esta provincia “rebelde” bajo la soberanía neogranadina. Esto explica por qué Estados Unidos intervino militarmente en Panamá tantas veces durante el siglo XIX.
Lo sucedido el 3 de noviembre de 1903 representó que Estados Unidos después de seis décadas de intervenir a favor de Bogotá cambió de opinión e intervino “a favor” de Panamá.
Para entender mejor el 3 de noviembre de 1903 hay que entender la Guerra de los Mil Días, y el 15 de mayo de 1903, es decir, el fusilamiento de Victoriano Lorenzo. En mi opinión, la mejor historia de la Guerra de los Mil Días la escribió Humberto Ricord. Aquí no voy a reproducir los detalles de la guerra, y en su lugar me concentraré en el análisis de la misma.
La Guerra de los Mil Días tuvo cuatro bandos distintos, con sus intereses y características propias. Este conflicto bélico enfrentó en principio a las fuerzas conservadoras y liberales de Panamá y de Colombia. De allí los cuatro bandos, dos que eran colombianos y dos que eran panameños. Las fuerzas liberales panameñas con su comandante Belisario Porras tenían la guerra prácticamente ganada. Los liberales bogotanos removieron a Porras de su jefatura, para poder ellos apalancar la posible victoria en Panamá, y así obligar al gobierno conservador de Colombia a negociar. La arrogancia y la novatada del alto mando militar liberal colombiano dio como resultado la malograda Batalla del Puente de Calidonia. En esta batalla se intentó asaltar la ciudad de Panamá amurallada y protegida por nidos de ametralladoras que masacraron a los soldados liberales. La sangría de la Guerra de los Mil Días seguramente hubiera continuado con una estrategia de guerra de guerrillas, pero Estados Unidos impuso la paz del Winsconsin, con la que se acabó la guerra. Aunque se comprometió a una amnistía política, unos meses después de concluidas las hostilidades, las fuerzas conservadoras fusilaron a Victoriano Lorenzo, caudillo liberal y quien seguramente habría sido un durísimo líder guerrillero.
¿Por qué fusilaron a Victoriano? A este líder se le ha descalificado como analfabeta, borracho, bandido y violador. Mi abuela materna solía recordar que cuando vivía en las montañas de Chiriquí su papa la mandó a esconder con sus hermanas a otros pueblos porque venía Victoriano Lorenzo con sus huestes. Ella recordaba que las únicas vacas que tenían las habían amarrado a un árbol a la entrada del caserío, y habían juntado gallinas, sal y algunas piezas de plata y de oro para que la soldadesca no tuviera que entrar al pueblo.
El magnicidio de Victoriano Lorenzo perseguía fines políticos. Creo que lo fusilaron para desmantelar la capacidad de resistencia y rebeldía local. Con su muerte, los conservadores colombianos mandaban el mensaje que iban a aplicar mano dura con los líderes liberales, mucho de los cuales tuvieron que irse al exilio.
Hemos hablado de tres de los cuatro bandos, dejando para lo último al cuarto grupo, a los conservadores panameños. Sin liberales dispuestos a hacer la guerra, los conservadores panameños procedieron a organizar y a conspirar para alcanzar la independencia. Aunque sumaron a algunos talentos liberales como el Dr. Carlos A. Mendoza, y Eusebio A. morales, la independencia de 1903 fue obra de los conservadores.
Quizás la mejor forma de entender esta historia es por medio de una analogía. Colombia fue la Yugoeslavia del siglo XIX. Cuando muere el caudillo fundador, las distintas provincias toman su propio destino, quedando únicamente los servios con los bosnios y los kosovares. Cuando los bosnios intentaron independizarse, los servios los invadieron y dominaron. Igual le pasó a Kosovo. Sin la ayuda internacional ni Bosnia ni Kosovo serían independientes.
Al igual que Ecuador, entonces Panamá tiene varias fechas de independencia. Las dos de 1821, la del 26 de septiembre de 1830, la del 18 de noviembre de 1840, la del 3 de noviembre de 1903, y finalmente la del 31 de diciembre de 1999. Si se quiere ver así, tenemos 194 años de independencia o 16 de vida soberana. No tenemos por qué avergonzarnos de nuestra peculiar historia, sino celebrar cómo una nación tan pequeña ha mantenido un impulso libertario por dos siglos. El día del calendario es lo de menos.


