¿Por qué el programa de beneficio definido del fondo IVM está al borde de la insolvencia?

¿Por qué el programa de beneficio definido del fondo IVM está al borde de la insolvencia?
En el año 2005, se efectuó la más ambiciosa reforma de la seguridad social panameña desde su creación en 1941. Archivo

La seguridad social es una de las funciones más relevantes de los Estados modernos. La protección de la infancia, una buena alimentación, asistencia sanitaria de calidad, y por supuesto una pensión de retiro apropiada, son parte de los esquemas de protección mínima que una sociedad democrática puede conceder a sus ciudadanos.

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Existen distintas formas de financiar los sistemas de pensiones. En algunos países el financiamiento proviene de una combinación de impuestos generales y cuotas particulares, mientras que hay variaciones del financiamiento basadas exclusivamente en cuotas individuales, y una familia de países cada vez menor, financian las pensiones actuales con las cuotas de terceros, cuyas pensiones serían hipotéticamente financiadas por otras cuotas futuras.

Es en este último modelo que está el programa de Beneficio Definido del fondo de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja de Seguro Social (CSS). Este modelo es esencialmente una pirámide, que paga hoy con las cuotas de quienes se pensionarán mañana. Al principio funcionó porque había muchos cotizantes y pocos pensionados, quienes además vivían muy pocos años después de haber adquirido su pensión.

En esa etapa, la CSS era el gran banquero del Estado panameño. Sucesivos gobiernos le dieron bonos de bajos intereses al fondo IVM para hacer sus obras, o completar el presupuesto del año. Eso tuvo un costo de oportunidad muy alto, ya que la CSS pudo hacer inversiones más rentables con igual o mayor nivel de seguridad, que no se hicieron.

La siguiente puñalada contra el fondo IVM fueron las jubilaciones especiales, las cuales proliferaron en la década de 1970, sin que existiera ni la cantidad de cuotas ni el monto de las mismas.

Muchos países tienen jubilaciones especiales, pero estas se pagan de cuotas proporcionalmente mayores para los trabajadores del sector público o privado que tienen derecho a las mismas, o directamente de los impuestos, como es el caso de los pensionados de las instituciones de seguridad pública en Panamá. Sin embargo, el grueso de las jubilaciones especiales originales obviaron este elemento.

El fondo IVM fue objeto periódico de actos de corrupción, algunos sumamente famosos como el programa colectivo de viviendas de la CSS, otros con menos visibilidad como los fraudes empresariales y la retención ilegal de cuotas. Además, se le quitó una fuente de ingresos de importante cuantía como era la segunda partida del Décimo Tercer Mes, que por un plumazo legal fue entregada a los trabajadores, a costa de la financiación a largo plazo de las pensiones.

A medida que la población pensionada aumentó y su proporción con el número de cotizantes disminuyó, el destino del fondo IVM estaba determinado. Para colmo de males la estructura de la economía panameña fue creando más bolsones de informales que no pagan seguro social y así como de trabajadores con muy bajos salarios cuyas cuotas apenas contribuían a la viabilidad del fondo de pensiones.

Una transición a medias

En el año 2005, se efectuó la más ambiciosa reforma de la seguridad social panameña desde su creación en 1941. El fondo IVM fue estructurado en dos componentes: el Programa de Beneficios Definidos destinado a morir en el año 2060, y el Programa de Cuentas Individuales asignado a los contribuyentes más jóvenes. La transición de un sistema al otro requería de una importante complementación de recursos financieros que el Estado panameño cumplió de una manera muy limitada.

El panorama actual es muy sencillo, el Programa de Beneficio Definido tiene fondos según la junta Técnica actuarial hasta principios del año 2024, esto según ha reportado brillantemente la periodista Yolanda Sandoval en este diario.

Para pagar a los casi 300 mil pensionados se necesitan más de 180 de millones de dólares mensuales, cantidad que irá aumentando en el resto de esta década hasta causar un déficit de 11,7 mil millones de dólares del 2024 al 2030. El Estado es responsable solidariamente por el pago de las pensiones, así que esos 11,7 mil millones de dólares deberán ser una transferencia presupuestaria del Estado hacia la Caja de Seguro Social.

¿De dónde saldrá el dinero?

El gobierno central debe unos 43 mil millones de dólares y la perspectiva es que esta deuda seguirá creciendo, así que esto limita enormemente la capacidad de respuesta del Estado.

La solución más probable, es decir políticamente más fácil, pero una verdadera canallada, sería quitarle los fondos al Programa de Cuentas Individuales y pasarlo al de Beneficio Definido. Con ese robo a los trabajadores panameños, se taparía en gran medida el déficit de esta década y se le dejaría un problemón a la República de Panamá en el año 2031, ya que no habría fondos para pagar las pensiones del Programa de Beneficio Definido ni tampoco habría fondos para pagar el Programa de Cuentas Individuales.

Otra fórmula más responsable requiere de una reforma fiscal valiente y de algo de ingeniería financiera. La reforma tributaria podría gravar al conjunto de actividades actualmente exoneradas, desde la Bolsa de Valores, las zonas libres de petróleo, hasta las exportaciones de bienes y servicios. Quizás cazarlas con un impuesto de transferencia financiera (Impuesto Tobin), que sería equivalente a una cantidad entre 0.1 y 0.5% por cada transacción financiera, es decir, pagos o retiros de fondos.

Con parte de este dinero, se financiaría la capitalización de las exiguas reservas del Programa de Beneficio Definido. Mientras esto ocurre, el programa de Cuentas Individuales le haría un préstamo (con intereses), al programa de Beneficio definido que le permitiría cubrir su déficit, mientras se capitalizan sus reservas hasta un monto que le permita ser viable por sí mismo, o con una ayuda limitada del Estado. Una vez la capitalización se complete, los fondos provenientes de los impuestos se usarían para pagarle al Programa de Cuentas Individuales. Hay que afinar muy bien el lápiz y tener a los mejores talentos mirando estos números.

En todo caso, el Programa de Beneficio definido está donde está por una clase política cobarde, por una junta directiva de la CSS mediocre y por el poco importa de una sociedad que prefirió evitar pequeños sacrificios con antelación, para que alguien en un futuro lejano asumiera toda la carga. Ese futuro lejano ya llegó.



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