Sueños de silicio

Sueños de silicio
Estudiantes del Instituto José Dolores Moscote protestan por las malas condiciones del colegio.

Las ventas mundiales de semiconductores para el año 2022 superaron los 600 mil millones de dólares. Los semiconductores son esenciales para la vida moderna, ya que están en todas partes: teléfonos celulares, relojes, tabletas, laptops, hornos de microondas, televisores inteligentes, refrigeradoras y lavadoras digitales, teatros en casa, aires acondicionados, ascensores, cajeros automáticos, alarmas, automóviles, aviones y todo sistema esencial para la vida humana dependen de los semiconductores.

Un semiconductor, mejor conocido como “chip”, es una obra de ingeniería fabricada con silicio como material dominante, y luego una larga lista de minerales como el boro, el antimonio, el zinc, el platino y otros más. Las fábricas de semiconductores son en realidad grandes fundidoras del silicio y de los otros metales que luego serán esculpidos o impresos individualmente para tener un chip. Este proceso puede tomar unos 3 meses.

La construcción de una fábrica moderna de semiconductores cuesta unos 15 mil millones de dólares, y cada 5 años tiene que ser renovada porque se vuelve obsoleta. El perfil laboral requerido para trabajar en una de estas fábricas incluye profesionales de especialidades como la física, la ingeniería electrónica, el diseño de semiconductores, la robótica, el manejo de grandes hornos y la amplia familia de subespecialidades necesarias para entrelazar los procesos productivos. Los semiconductores resultantes son enviados por avión a sus destinos finales.

Una alianza

El 20 de julio pasado el Departamento de Estado de los Estados Unidos, anunció: “Una alianza entre Estados Unidos y Panamá para explorar oportunidades en la cadena de suministros de semiconductores”. En los últimos 6 meses los panameños y panameñas nos habíamos acostumbrado a que los anuncios del Departamento de Estado, con respecto a nuestro país, tenían que ver con la designación como “corruptos” de expresidentes panameños.

El anuncio de esta alianza tiene poco que ver con Panamá, y mucho con la rivalidad de Estados Unidos con China por el dominio de la industria de semiconductores. Como se trata en realidad del aviso sobre la realización de un estudio de factibilidad que indagará las ventajas y desventajas de incluir a Panamá en la cadena de suministros de los microprocesadores, quizás no tendremos idea de las recomendaciones del estudio hasta el próximo gobierno que inicia sus funciones el 1 de julio del 2024.

Según el Wall Street Journal, hay tal escasez de talento para las fábricas de semiconductores en los Estados Unidos, que dicho país necesita de 70 a 90 mil técnicos especializados para el año 2025, con el propósito de que su industria siga creciendo. En el caso de Taiwán, el país que es el primer productor mundial de semiconductores, hay un déficit mensual de 27 mil 700 técnicos para su industria. Curiosamente Panamá no tiene ningún programa de formación académica o técnica para el diseño, producción, y control de calidad de semiconductores.

El 26 de abril de 1997, la empresa INTEL puso la primera piedra de su fábrica en Costa Rica, ese mismo año el gobierno de Panamá apostó a la minería metálica a cielo abierto con las concesiones de Petaquilla y Cerro Quema. Costa Rica apostó a la parte de mayor valor agregado de esos minerales, sin tener una sola mina en su territorio.

En los 26 años transcurridos, que incluyen la reversión total del Canal de Panamá, su ampliación, y el desafío de una pandemia, el Estado panameño invierte únicamente 0.08% del PIB en ciencia y tecnología. Faltan becas para los jóvenes talentos en estas temáticas, y las pocas instituciones científicas del país funcionan en un verdadero estado de carestía. En cambio Costa Rica invierte en promedio 2.41% de su PIB en ciencia y tecnología, lo que para el año 2021, cuando todavía se estaba en pandemia, representó mil 411 millones de dólares.

Si queremos convencer a nuestro principal aliado de que Panamá merece ser considerada seriamente para la manufactura de semiconductores, se necesita que la clase política y la ciudadanía exijan un aumento significativo a los fondos destinados para investigación y desarrollo. Si se eliminan algunos subsidios, exoneraciones y el despilfarro de fondos, de las botellas y la descentralización paralela, Panamá tendría suficiente dinero para formar científicos y técnicos y para que los talentos actuales puedan desarrollar y acrecentar sus capacidades para atraer todas las industrias del siglo XXI.

Seguir pensando que desde afuera vendrán todas las soluciones a nuestros problemas, es seguir atrapados en el subdesarrollo y en el pensamiento mágico que dice que somos: “Puente del mundo y corazón del universo”.


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