Dicen que hay libros que te atrapan desde el inicio, que existen historias plasmadas en papel que logran cambiar tu vida, pero poco se habla de aquellos que llegan a formar parte de ti.
Hablar de Bajo la misma estrella (The Fault in Our Stars), del escritor estadounidense John Green, es hablar de amor, tristeza, y un sinnúmero de sentimientos juntos, en una montaña rusa que hace reír, llorar y reflexionar.
El título, según el autor, proviene de la obra de Shakespeare Julio César, cuando Cassius sentencia: “la culpa, querido Brutus, no recae en nuestras estrellas, sino en nosotros, que estamos bajo ellas”.
La historia de Bajo la misma estrella es contada por Hazel Grace, una chica que tiene por compañero inseparable un pequeño tanque de oxígeno llamado Philip, a causa del cáncer de pulmón que sufre, cuyo afán por tratar de lastimar a la menor cantidad de personas posibles tras su muerte, la ha llevado a una vida de sedentarismo dentro de su casa, viendo televisión y releyendo su libro favorito: Un dolor imperial.
Sus padres la obligan a asistir a un grupo de apoyo para jóvenes que padecen o han sufrido cáncer, intentando que socialice y trate de llevar una vida normal, en la medida que la enfermedad se lo permita.
En una de las sesiones conoce a Augustus Waters, un deportista de 17 años de edad, con una pierna amputada debido al osteosarcoma que sufre, pero que a diferencia de ella no permite que su condición le impida llevar una vida normal o disfrutar de los pequeños placeres de la vida.
Ella logra que él lea Un dolor imperial y pronto “Gus”, como le dicen a Augustus, comparte su fascinación por el libro. Una obra con un final inconcluso y muchas preguntas sin responder. Hazel está resignada a morir sin conocer las respuestas, pero Gus tiene otros planes. Planes que los llevarán a cruzar continentes y enfrentarse a la enfermedad que los tiene condenados a morir, pero que también los destinó a conocerse.
Cuando te topas con alguien que ya leyó o está por ingresar al universo de Bajo la misma estrella, aparte de recomendarlo sin dudar, lo más seguro es que te diga: ´Si no lloras leyéndolo, no tienes corazón´. Suena un poco exagerado, un tanto extremista y te hace pensar que es el cáncer lo que te ablandará, pero no es así. A pesar de que la base de la trama es la enfermedad y la muerte, poca importancia cobran al pasar las páginas. El escritor logra marginar los males del mundo, que están presentes durante todo el argumento, para que el lector se enfoque en los personajes, no mirándolos como “chicos con cáncer”, sino como “chicos enamorados”.
Es un libro escrito en un lenguaje sencillo, aunque algunos de sus diálogos son sofisticados, llenos de metáforas y personajes con los cuales es fácil identificarse, ya que solo buscan un objetivo: a pesar de los pesares, ser felices.
