La trama de En el corazón de la noche, sobre la destrucción de Guernica y la caída del País Vasco, la ha llevado Gloria Guardia en su agenda desde hace años.
Esta escritora panameña presentó esta novela histórica el miércoles 7 de mayo en el Museo de Artes Hispanoamericano Issac Fernández, de la ciudad de Buenos Aires, y quien dialogaó con Guardia sobre la obra fue su colega argentina María Esther Vázquez.
En el corazón de la noche orbita entre José Antonio de Aguirre, el primer presidente vasco, y Guardia Jaén, cónsul panameño.
No inició a redactarla hasta encontrar lo más importante: “dar con las voces narrativas que me permitieran acoger con veracidad y sobre todo con naturalidad, la historia de Aguirre y Jaén. Ese fue el reto más difícil”.
Lo siguiente que hizo fue “darle vida a los personajes, insertando y conjugando los temas históricos con los universales y eternos de la condición humana: amor, soledad, guerra y muerte”.
Paralelo a los acontecimientos vividos por los dos protagonistas, Guardia le sumó “la persecución de Aguirre por parte de Francisco Franco, el empoderamiento del nazismo y del fascismo, la eliminación de los judíos” y después introdujo a un personaje de ficción, una austriaca que le “permitió plasmar la mirada -las aspiraciones, sueños, amores y desamores- de la mujer: aquella que, en esos momentos de gran adversidad, buscó crearse una autoconciencia propia”.
DEFINICIONES
Aunque Gloria Guardia no es partidaria de las definiciones, resalta que la novela histórica, a la que pertenece En el corazón de la noche, es un subgénero literario que “cobra auge en Europa a partir de la segunda mitad el siglo XIX”.
A raíz de las guerras mundiales y de las revoluciones del siglo XX se da una renovación del género, dice.
En hispanoamérica se le conoce como “Nueva Novela Histórica. “A diferencia del tradicional, se proyecta como un espacio para reflejar las nuevas relaciones entre los sujetos y su tiempo histórico-social, y un medio para experimentar con técnicas y recursos narrativos”.
¿Cuándo supo que había potencial en José Antonio de Aguirre?
La historia de la saga vivida por Aguirre forma parte también de la historia de nuestra familia. Germán Gil Guardia era el hermano mayor de papá, y por eso comencé a escuchar sobre el drama vivido por ambos desde muy joven. Sin embargo, una cosa es reconocer el potencial de una historia y otra dar con el lenguaje, el estilo, la forma para que esta cobre el aliento vital correspondiente”.
En 2012, viajó a Bilbao a reunirse con los hijos de Aguirre, tras ubicarlos a través del cónsul honorario de Panamá en Amberes, Javier de Lasa, “un vasco allegado a la familia de Aguirre, cuyo padre había conocido a tío Germán cuando los vascos tuvieron que huir de España, durante la Guerra Civil”.
¿Cómo dio Aguirre con Guardia Jaén?
Aguirre buscó a Guardia en Amberes, tras la caída de Francia en 1940. En julio de 1937, después del bombardeo de Guernica y la derrota sufrida por los republicanos en el Frente Norte, Franco condenó a muerte a Aguirre in absentia. El lendakari y su familia se habían refugiado en Francia. En junio de 1940 les había tocado huir a Bruselas. Él salió en compañía de un jesuita y fue este sacerdote quien acudió en busca de Guardia Jaén en Amberes. Guardia no solo acogió a Aguirre, creándole una identidad panameña (apócrifa), sino que lo llevó consigo a Berlín, metiéndolo en “la boca del lobo”.
¿Han acabado los tiempos de los nazis?
No creo en las generalizaciones, pero hay una verdad que pareciera confirmarse con demasiada frecuencia: que las pasiones humanas se intensifican, se desbordan cuando surgen serios problemas sociales y económicos. El nazismo, el fascismo, el franquismo y el falangismo fueron manifestaciones de un tipo de nacionalismo que abanderaron las derechas, a causa de los dolorosos problemas sociales y económicos que surgieron a raíz la Gran Depresión de 1929.
Si hoy observamos el resurgimiento de este nacionalismo en ciertos puntos de Europa, si se dan estos brotes de fuerzas neo-nazis, esto es precisamente por la grave crisis económica que se ha vivido a partir de 2008.
¿Cómo se dio la oportunidad de ser editado por la Fundación Victoria Ocampo?
De un tiempo acá, la Fundación VO que preside la reconocida intelectual argentina María Esther Vázquez, me había solicitado un manuscrito con el fin de publicarlo en la Editorial VO. Y es que tanto ella, como la escritora y académica Alicia Jurado leyeron mi novela Libertad en llamas, así como mi libro de relatos Cartas apócrifas, que en 1996 ganó el Premio de Cuento ‘Ciudad de Bogotá’, y ambas los habían reseñado en el diario La Nación de Buenos Aires. Por eso, quizá, la señora Vázquez me hizo la propuesta que ahora se ha materializado.
¿Conociste a Victoria, cuándo y en el marco de qué?
Estuve a punto de conocerla personalmente porque una de las profesoras de Vassar College, Pilar de Madariaga, hermana de don Salvador, me había solicitado que le ayudara a atenderlos a ella y al novelista Eduardo Mallea, quienes se encontraban en ese momento –en la primavera de 1963-, dictando una serie de conferencias en Harvard. Recuerdo que doña Pilar me avisó con tiempo para que me preparara debidamente.
Así, pues, durante mes y medio, me dediqué a leer los célebres Testimonios de Victoria, números de la revista Sur que ella fundó y dirigió durante varias décadas, y algunas de las novelas de Mallea. Lamentablemente, cuando estaban por llegar a Poughkeepsie, Victoria llamó desde Nueva York a la profesora Madariaga para decirle que le acaban de diagnosticar un cáncer por lo que no podría visitar Vassar, tal como era su deseo. Sin embargo, en 1999, mi esposo y yo visitamos Villa Ocampo, en San Isidro, y cuál no sería mi asombro cuando al llevarnos Clara –el ama de llaves de la propiedad- al segundo piso para mostrarnos la habitación donde había fallecido Victoria, me sorprendí al ver un ejemplar de mi novela El último juego, en su mesa de noche, tal como ella la había dejado a la hora de su muerte.
La novela le había sido obsequiada seguramente por nuestra común amiga Margarita Aguirre, quien fuera la secretaria y gran amiga de Pablo Neruda, otra de las personalidades que, en un momento dado, formó parte del grupo de creadores y pensadores que los domingos por la tarde solía reunirse a tomar el té en Villa Ocampo y donde más de una vez Malraux, Stravinski, Tagore, Valéry, Ortega, Ricardo Baeza, Gabriela Mistral, Adolfo Bioy Casares, Borges, Alicia Jurado y Francisco Ayala fueron huéspedes de Victoria.
¿Qué impresión te dejó que María Esther Vásquez escribiera sobre la novela?
Como supondrás, quedé contentísima. Más cuando me dijo que ella misma quería presentarla y eligió un sitio bellísimo para la ocasión: el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, con sede en el antiguo Palacio Noel del barrio de Retiro de la Ciudad de Buenos Aires.