Desde 1982, los servicios de tránsito aéreo fueron revertidos al gobierno panameño como parte de los Tratados Torrijos-Carter, siendo este uno de los primeros bienes y servicios que los estadounidenses retornaron a Panamá como parte del proceso de reversión del canal, y desde entonces, la administración de estos servicios ha estado bajo la administración de la entonces Dirección de Aeronáutica Civil, hoy Autoridad Aeronáutica Civil (AAC).
A pesar de los numerosos y arduos esfuerzos por parte de las distintas administraciones para realizar las mejoras a los servicios que provee la AAC, que bien merecen los distintos sectores de la aviación, estos terminan siendo paliativos, o parches ante la necesidad, convirtiéndose en pan para hoy y hambre para mañana, situación que administración tras administración nos mantiene en un constante aplazamiento del colapso total de los servicios, sin poder llegar a concretizar en una estructura administrativa que nos permita planificar con efectividad la continuidad de los servicios.
Hay que tener en cuenta que la AAC por medio de los servicios de tránsito aéreo, directa e indirectamente, aporta al PIB de Panamá casi un 14.1%, el mismo va directo a las arcas del estado para posteriormente ser repartido por el MEF mediante asignación presupuestaria entre las distintas entidades gubernamentales, entrando AAC en esta fila solicitando que le toquen migajas que no hacen honor ni son cónsonas con el aporte que realiza a la industria y al país, dentro del engranaje estatal.
En los últimos años a pesar de las múltiples inversiones dirigidas a mantener los servicios, el colapso de los servicios se percibe cada vez más cerca, llevándonos, a través de los años, a tener que aplicar medidas de contingencias para mantener la seguridad de los vuelos que cruzan nuestro espacio aéreo y los diversos aeropuertos del país, por fallas en las frecuencias, en las ayudas a la navegación, en los radares, en las líneas de comunicación, entre otras, situación que se acentúa al paso de las distintas administraciones.
Cabe agregar que además de la situación detallada en el párrafo anterior, podemos agregar las malas condiciones de los lugares de trabajo donde se brindan los servicios de tránsito aéreo, en donde encontramos áreas de trabajo que mantienen constantes filtraciones de agua en donde llueve más dentro que afuera, deterioro o escases de aislantes de calor así como de sistemas de refrigeración, lo que a horas de sol incandescente se convierten en hornos, aislantes de ruido con moho, esto último debido a la humedad, escaleras deterioradas que representan riesgo para el personal, entre otras.
Agreguemos a todo lo anterior, el hecho de que en los últimos años se ha dado una gran fuga de personal, debido a la ausencia de políticas de retención, falta de programas que contemplen crecimiento laboral, leyes que nos permitan aplicar programas de reconocimiento por las competencias adquiridas, así como evaluaciones periódicas para que los salarios sean acordes al nivel de responsabilidad del cargo y el costo de vida.
La situación arriba descrita ha provocado un éxodo de una cantidad importante de especialistas en control de tránsito aéreo, durante este periodo gubernamental. Hemos podido contabilizar un promedio de 25 controladores aproximadamente, razón por la cual el sistema se mantiene operando con la cantidad mínima del personal requerido para asegurar la continuidad del servicio. Estadísticamente podemos plasmarlo de la siguiente forma, en busca de mejoras oportunidades laborales: los controladores mantenemos un ritmo de fuga de personal con un aproximado de 4 a 5 controladores menos por año, sin contar a los compañeros que están próximos a retirarse por jubilación, habiendo cumplido con su tiempo de servicio.
A pesar del conocimiento de esto hoy en día dependemos de que se expida una certificación al Instituto de Formación Profesional Aeronáutica (ISFPA) y así poder iniciar un curso nuevo para graduar controladores, y posteriormente esperar a la aprobación del presupuesto para la contratación de estos. Nuestra realidad es que, al sol de hoy, seguimos esperando la apertura del próximo curso del cual tenemos fecha tentativa para el año 2025, en donde una vez graduados pasan a un proceso de entrenamiento en el puesto de trabajo, lo que tiene una duración de aproximadamente 3-4 años, mientras tanto trabajando bajo las mismas condiciones de personal, a la espera del colapso del sistema.
Pese a todos estos problemas que se nos han presentado al pasar de los años, los controladores de Panamá seguimos ofreciendo un servicio a la altura que demanda la industria pero prácticamente con las uñas, para que cada pasajero que vuela aterriza y despega en Panamá pueda llegar a su destino de forma segura, colaborando al continuo crecimiento la aerolínea de bandera nacional a ser una de las mejores y más puntuales de América y del mundo, y ampliando la oferta del mercado con el aumento de frecuencias de vuelos para que otras aerolíneas operen en este gran país que es de todos, de la única manera que conocemos: trabajando día tras día, de manera conjunta pero observando de cerca el deterioro de un gran sistema, pero como el soldado que lucha hasta el final para ganar sus batallas. Nuestro objetivo siempre será el de dejar la cara de nuestro país en alto, país donde en los últimos años el costo de la vida se ha elevado desmedidamente, dejándonos a nosotros y a todos los demás compañeros de la institución en una situación complicada. En la última década, especialmente los últimos 7 años, el país ha mostrado un incremento de casi un 20 % de inflación, y nosotros y todos los trabajadores de la institución, seguimos ganando exactamente lo mismo, con el agravante del incremento de trabajo y falta de personal, pero que, de todos modos, hemos tenido que cargar en pro del sistema.
Con esto, hoy 20 de octubre, Día Internacional del Controlador de Tránsito Aéreo, queremos llamar la atención del Gobierno Nacional a que nos ayude y nos apoye en brindar las soluciones de fondo que esta Institución pide a gritos y que a futuro no tengamos que arrepentirnos por no haber realizado lo que sabíamos que teníamos que hacer, en el momento en que se debió hacer, y así evitar el fantasma de aquella “crónica de una muerte anunciada”.
Evitemos caer en situaciones irreversibles para el sistema de aviación panameña.
Dado en la ciudad de Panamá, a los 20 de días del mes de octubre de 2023.
Mayko Alvarado
Presidente de APACTA
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