Ana Alfaro Especial para La Prensavivir+@prensa.comCon un trabajo como el mío, imposible adoptar una dieta Atkins con cero carbohidratos. Así que decidí hacer mi propio régimen, y como no hay fórmulas mágicas, adopté la dieta del ajo y agua: "A jode'se y aguanta'se".
Pero además de cerrar el pico y no ceder al antojo, sí existen estrategias sanas y conducentes para la pérdida de peso. Recientemente conversé con la licenciada Tamar Nielkenbaum, nutricionista de Medic Gym (Royal Center, Marbella).
No llevo un régimen estricto del tipo "lunes desayunas toronja, almuerzas huevo y cenas brócoli".
De haber una forma fácil de plantear lo mío, sería "la dieta esquizofrénica", porque se divide en dos personalidades. La Anita de la casa no come nada; Ana la que sale, lo come y bebe todo, pero ya no la porción entera, sólo la pruebo.
Evito los carbohidratos simples, sin incrementar las grasas, de cuando en cuando disfruto algo con una salsita rica, para lo del tedio y me "premio" como por ejemplo, jamón serrano con melón o queso grana padano con higos.
Aunque Nielkenbaum no aconseja el consumo desaforado de frutas, yo sí consumo muchas, más yogur y lácteos, y en la calle he redescubierto la ensalada Caesar, pero sin crutones y con el aderezo medido.
Eso sí, a menos que de trabajo se trate (léase vino) no consumo una sola caloría líquida. ¿Resultado? Una pérdida promedio de dos libras por semana en cinco meses.
Vea Los mantras de una dieta a largo plazo

