Cada año 2.6 millones de bebés nacen muertos en el mundo, y el 98% de esos casos ocurre en países de ingresos medios y bajos, según la primera estimación global sobre esta situación realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A pesar de lo elevado de esa cifra, el drama de los nacidos muertos ha captado escasa atención internacional, en comparación con los esfuerzos por reducir la mortalidad materna y neonatal, y eso en gran parte debido al estigma que sufren las madres involucradas.
“Hay un tabú, las mujeres son marginadas y en ciertos contextos se cree que se trata de un castigo divino por los pecados de la madre”, explicó en rueda de prensa el jefe de Epidemiología del Instituto de Salud Pública de Noruega, Frederik Froen.
En total, 69 autores de medio centenar de organizaciones en 18 países han contribuido a la investigación, con el aval de la OMS, que aparecerá este jueves en la revista científica británica Lancet.
El estudio recoge datos desde 1995, y revela que en 15 años el número de nacidos muertos se ha reducido una media anual de apenas el 1.1%, con lo que han pasado de ser 3 millones de casos ese año a 2.6 millones en 2009, último año para el que se han podido reunir estadísticas globales.
De esas muertes prematuras, la mitad ocurre durante el parto debido a la falta de atención obstétrica calificada -incluido el acceso a una operación cesárea en caso de necesidad- en ese momento cumbre y extremadamente delicado de la vida de la madre y del bebé.
En estas circunstancias, se pone una vez más de manifiesto la influencia determinante del nivel de vida de la población, pues el 66% de casos (1.8 millón) se concentra en países como India, Pakistán, Nigeria, China, Bangladesh, Etiopía e Indonesia.
