La aplicación del frío intenso a las zonas dañadas del organismo, por medio de la crioterapia, provoca un beneficioso efecto de choque que se manifiesta en una vasoconstricción, una sensación de anestesia y una inmediata reducción de la inflamación.
Los testimonios de quienes se someten a tratamientos convencionales de crioterapia aluden a una primera sensación de frío intenso, como si tuvieran un trozo de hielo pegado a la zona tratada. Curiosamente, la sensación posterior es de quemazón, como si ese trozo de hielo estuviese “hirviendo”.
Este efecto de choque no es recomendable para las personas hipertensas ni reumáticas, o bien presentan riesgo de cardiopatías o una especial sensibilidad cutánea, ya que una alteración tan violenta del flujo sanguíneo podría provocar efectos indeseados, según el doctor Franco Lugnani, presidente de la Sociedad Mundial de Crioterapia.
Esta técnica cada vez se aplica con más frecuencia en algunas intervenciones a corazón abierto, ya que el órgano vital es sometido a un descenso de temperatura de hasta 27 grados, que le deja “adormecido” y facilita la manipulación al cirujano.
A medida que las investigaciones avanzan sobre los beneficios del frío en los distintos ámbitos médicos, la crioterapia cobra protagonismo como auxiliar en la cirugía prostática, en los tratamientos del dolor, en traumatología y en la recuperación física de los deportistas.
Lugnani dirigió a un equipo del Hospital Provincial de Castellón (España), con motivo de la aplicación por primera vez a dos pacientes de la criocirugía prostática.

