Mario kart, House of the dead y Final fight. Esos fueron los videojuegos que Marilyn Fajardo le compró a sus dos sobrinos –uno de nueve años y el otro de tres– la pasada Navidad. Esos eran los que, con ansias, pedían los pequeños.
Sin embargo, cuenta Fajardo, luego se percató del “violento” contenido de uno de esos juegos. “Presentaba sangre, disparos y fuertes peleas”, comenta, al tiempo que acepta que no le dio la debida atención al rating o clasificación que tenía el juego en su paquete y que indicaba la edad recomendada para el material.
Mónica González, por su parte, sí le pone la lupa a la categoría de los juegos, pero reconoce que, en muchos casos, su pequeño Esteban, de ocho años, se sale con la suya. “Cuando se cierra con una película, es esa película”, expresa, resignada, la madre.
Es así como la insistencia de Esteban le ha permitido ver varias películas no recomendadas para su edad. Sangre, violencia y cuadros eróticos, enumera González, son algunas escenas que su hijo ha visto por ignorar las categorías.
Y así hay muchos casos de personas que pasan por alto los ratings de estos productos y de otros relacionados con el entretenimiento como los discos musicales y los programas de televisión.
No obstante, un sondeo no científico realizado en prensa.com indicó que la mayoría de los participantes (63.94%) sí presta atención a las categorías, mientras que el 34.94% no lo hace.
En el caso de los videojuegos, una encuesta hecha por Peter D. Hart Research, en 2005, arrojó que 70% de los padres dice que “siempre” o “casi siempre” verifica la categoría del juego. Sin embargo, Jorge Serrano, de la tienda Game Universe, estima que la mayoría de los padres no le da importancia a la clasificación a la hora de comprar.
Por el lado del cine, hay padres que sí acatan las categorías, pero también hay muchos casos de personas que, sin importar las advertencias, dejan a su hijo ver películas no recomendadas para su edad, enuncia Christiam Corado, gerente de Cinépolis.
VEA Sin trabas para lo inapropiado
