Los factores ambientales pueden jugar un papel más importante en el autismo de lo que se pensaba, algo que inclina la balanza lejos de un estricto foco en lo genético, sugieren dos estudios.
En una de las investigaciones, un equipo de la Stanford University comparó casos de autismo en gemelos idénticos y mellizos y halló que en los gemelos fraternales -que comparten solo la mitad de los mismos genes- existe una alta incidencia de autismo, lo que sugiere que otros factores que los genéticos provocan el mal.
Otro estudio, de la aseguradora de salud Kaiser Permanente halló que madres de niños con autismo tenían el doble de probabilidades de haber ingerido un antidepresivo común durante el año anterior a su embarazo que madres de niños sanos.
Y el riesgo era aún mayor cuando el medicamento era tomado en el primer trimestre del embarazo.
Los hallazgos, publicados en la revista Archives of General Psychiatry, sugieren que algo en el ambiente de nacimiento -fármacos, sustancias o infecciones- pueden desencadenar el autismo en niños que ya están genéticamente predispuestos a desarrollar la enfermedad.
“Quedó bien establecido que factores genéticos contribuyen al riesgo de autismo”, dijo Clara Lajonchere, coautora del estudio y vicepresidenta de programas clínicos de Autism Speaks. “Ahora tenemos fuerte evidencia de que, encima de la herencia genética, un ambiente prenatal compartido puede tener un papel mayor a lo pensado en el desarrollo de autismo”, agregó.
