Es un restaurante libanés/internacional que queda en la esquina de Obarrio donde solía estar Carlitos’ Pizza, y es bastante agradable, con su terraza y su salón con aire acondicionado.
No tiene carta de vinos como tal, pero sí incluye vino de la casa entre los destilados.
Así que nos contentamos con una democrática cerveza nacional, y oteamos la carta.
Decidimos irnos por la oferta libanesa en vez de lo internacional, con la excepción de unas berenjenas apanadas con ajo, que estuvieron buenísimas, suavecitas por dentro y crocantes por fuera, con la cantidad de ajo bien mesurada para no matar los otros sabores.
Seguimos con una selección de mezze, esos platitos que nos encantan de la cocina del este del Mediterráneo: pedimos la selección número 56 dentro del rubro de Variedades Al Basha, llamada Balbek, que trajo falafel, o torrejitas de trigo y perejil, muy ricas; sambusek (miniflauta envuelta en masa de phyllo, rellenas de queso; hummus (crema de garbanzos); mutabal (crema de berenjenas ahumadas, también conocida en otros lares como babaghanoush), que también pasó la prueba; hojitas de parra rellenas de arroz con vegetales, y labne, ese yogur denso y untuoso que va bien con casi todo.
Luego, a la hora del plato fuerte, RdT se decantó por el shish kebab de filete, que estuvo bien sin mayor ostentación, y yo pedí unos langostinos al curry que para mi sorpresa no vinieron con salsa de curry sino que tenían el curry integrado a una masa en que venían rebozados y fritos.
Los acompañamos con sendas ordenes de arroz con fideos, que estaba bueno pero no fantástico.
A la hora del postre, estábamos tan llenos que nos reventábamos, pero anuncio que tienen una selección de unos ocho postres distintos, desde el arquetípico baklawa hasta el sopeteado tres leches. Dixit.





