El Consistorio de Pekín ha comenzado a intervenir en la genética de los 370 mil sauces que viven en la capital para lograr un "cambio de sexo" que impida la proliferación de la pelusa de sus frutas, que contribuye a la "contaminación biológica" de la ciudad.
La pelusa que desprende el sauce origina alergia, erupciones cutáneas, hinchazón y asma. Para contrarrestar su efecto, científicos han abierto cuñas en los sauces blancos e insertado en ellas ramas procedentes de sauce llorón, además de inyectar en los árboles un inhibidor destinado a parar el crecimiento de pelusa en los frutos. El experimento es una alternativa a la tala de árboles o la contaminación biológica.