Alemania llora la muerte del coleccionista de arte Heinz Berggruen, que en 1996 donó a la capital alemana su famosa colección, que cuenta con 80 cuadros de Pablo Picasso, y que ha atraído a más de millón y medio de visitantes hasta el palacete berlinés en el que está alojada.
El ministro de Cultura, Bernd Neumann, calificó a Heinz Berggruen, que falleció el viernes en París a los 93 años, de "promotor del arte moderno", en el panegírico que hizo público ayer sobre este berlinés nacido en el seno de una familia de comerciantes judíos, obligado a abandonar su país en 1936, huyendo de los nazis.
"Su noble gesto de reconciliación es nuestro legado", explicó Neumann sobre la donación de sus fondos privados, valorados en 750 millones de euros, que hizo hace una década a la Fundación Cultural Prusiana.
Tras seis décadas en el exilio, Berggruen volvió con 113 lienzos a Berlín, la ciudad que lo vio crecer y donde estudió literatura e historia del arte, y desde donde escribió para la sección cultural del Frankfurter Allgemeine Zeitung.
En 1936 abandonó Alemania con una beca para la Universidad estadounidense de Berkeley, y a tiempo para sacar después a su familia de las garras del nacionalsocialismo.
En 1944 volvía como soldado estadounidense a Europa, y tres años después fundó su primera galería de arte en París.
Fue en la capital francesa donde hizo amistad con pintores como Pablo Picasso o Henri Matisse y comenzó a coleccionar cuadros de Paul Cézanne, Paul Klee o Alberto Giacometti, aparte de Pablo Picasso, convirtiéndose quizás en el mayor coleccionista del mundo de cuadros del pintor malagueño.
"Nunca fui un hijo perdido, a pesar de que no tuve que vivir junto al Muro de Berlín. Berlín fue siempre mi patria emocional", dijo hace una década cuando regresó a su ciudad natal.
En 2004 la capital alemana lo nombró hijo predilecto en reconocimiento a su "contribución al enriquecimiento cultural de Berlín".

