La escritora peruana Blanca Varela, considerada una de las plumas más originales de América Latina, fue galardonada ayer con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, según la decisión del jurado anunciada en el Palacio Real de Madrid.
La distinción, instituida conjuntamente en 1992 por el organismo estatal Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca, está dotada con 42,100 euros (unos 57 mil dólares) y quiere reconocer el conjunto de la obra de un autor vivo "que por su valor literario constituye una aportación relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España".
La concesión del galardón se conoció el mismo día en que el hijo de la poetisa debía recoger, en la ciudad de Granada, el Premio Lorca de Poesía que también obtuvo su madre.
Nacida hace 80 años en Lima, la laureada se inició en la poesía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de la capital peruana, donde ingresó en 1943 para estudiar Letras y Educación.
La poetisa peruana ha reconocido en alguna ocasión que su trayectoria literaria no hubiera sido la misma sin el apoyo recibido por el escritor mexicano Octavio Paz, al que conoció en París, adonde llegó en 1949 con el pintor Fernando de Szyszlo, con quien se casó y tuvo dos hijos. Allí Varela además frecuentó a escritores, artistas e intelectuales como Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Henri Michaux, Alberto Giacometti o Fernand Leger. Después de su etapa parisina, vivió un año en Florencia (Italia), y más tarde se trasladó a Washington. En 1962 volvió a establecerse en Lima. Entre sus obras, traducidas a varios idiomas, figuran Luz de día, Valses y otras falsas confesiones, El libro de barro y Canto Villano, su primera gran recopilación, a la que seguirían las antologías Como Dios en la nada y Donde todo termina abre las alas.
