POCOS CAMBIOS. Tenía visita de afuera, así que nos decidimos a hacer el gran tour y, siendo mis visitantes caribeños, decidí llevarlos a ver cómo es el otro canto del mar, ese que delimita nuestro istmo. Me habían hablado de otros sitios que quedan por el litoral, pero decidí irme por lo más seguro y aprovechar a ver si Los Cañones seguían vigentes tras el cambio de propietario que me habían informado. Por supuesto, pasamos antes por el Cristo Negro a saludar, respetuosamente.Luego de encargarnos del rollo del alma, fuimos por el sustento del cuerpo, y encontré el restaurante sin mayores cambios que la última vez que fui, hace cinco años.Si la carta ha variado, no lo noté. Por lo menos no en su contenido. Ahora viene plastificada, muy simpática para lo que se puede esperar.
BEBIDAS.Como mis reclutas de turno (RDT) son unos picos finísimos, traíamos nuestros propios vinos. Unos Semillon que, desafortunadamente, salieron picados, pero el Plan B era una botella de Moët & Chandon, que fue muy bien con los platillos que pedimos. Aparte de la cerveza, que se puede obtener fría y abundante en Los Cañones, es el néctar universal el que le calza bien a casi todo alimento.
LA COMIDA.Empezamos probando el burgao, concha parecida a la cambombia pero más chiquita, y que es uno de los tres mariscos que vienen con leche de coco: los otros dos son el pulpo y la cambombia misma, que también pedimos. Ambos, burgao y cambombia, estaban deliciosos, estando la última bastante más tierna que el primero. La salsa sigue teniendo su complejidad: un toque de dulce, un toque de picante, textura untuosa, algo de especias (¿comino? ¿pimentón?), y un toquecillo de tomate, muy sabroso. De entrada viene con saltinas, de plato fuerte sugiero el arroz con coco.También probamos las almejitas al vino. A RDT le encantaron, a mí no tanto. En cambio, el calamar en salsa roja que yo disfruté a él no le hizo mayor gracia. Lo declaró "monotónico", o un sinónimo de ralo, poco interesante, desestimable.Su señora, la Principessa, pidió la langosta. La tienen en varios tamaños y precios. La nuestra, solitaria habitante del tanque de la entrada, fue de 35 dólares y vino un triz durita, pero sabrosa y abundante, de buen tamaño. Nada de baby lobsters, afortunadamente, aberración que agota los recursos naturales. Centollo no tenían fresco, así que nos fuimos en vez por la orden de pargo rojo frito que trajo no uno, dos parguitos, con su ensaladilla inocua de lechuga, tomate y zanahoria, que por supuesto ignoramos. En vez, le entramos al arroz con coco, delicioso. Los RDT esquivaron los patacones al ajillo que yo comí con fruición: A mi perro no le importa si lo beso hedionda a ajo. Ah, y de lo llenos que quedamos, no me fijé si sigue ahí la nevera de paletas de helado que me sació el antojo de dulce en mi última visita, según me dice el disco duro de la laptop. Dixit.
Calificación:**
Presupuesto:$$
Dirección: Vía principal hacia Portobelo, Buena Ventura, Colón.
Horario: todo los días de 11:00 a.m. a 7:00 p.m.
Teléfono: 448-2980
Acceso a discapacitados: Escalones en la entrada y hacia los ranchos.
Aceptan: Visa, Mastercard
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