Charlie Sotelo-
Un timbrazo inició nuestras labores añejadas. Un botón; y te elevaste con la mano de Dios. Yo agradaba al dulce puñal, Y paciente arriba, cocinaba un sueño. Vulnerable aire que nos separa, Distancia al choque y la explosión Y esa mirada pálida nubló tu faz Exprimía mi duda y la emoción. Y rápidamente se escurrió frágil El hilo negro que dibuja tu silueta Pisabas mis pies, al diluirnos en una dulce balada Aquella dulce que invadió el silencio Y reventó en llanto el espejo interior. Prolongamos y estrechamos el tiempo Mientras que el fuego fénix que brotó de tu aliento En caníbal se convirtió. Quizás hizo falta más vino Quizás quebraste estos pies divinos Quizás el domingo Quizás el domingo Cuando nuestra historia inicie con la lluvia Cuando tus rastros se confundan con los míos Cuando tu mirada se encienda conmigo.
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