Casa Nikki parece ser parte de la franquicia que comenzó con el Nikki Beach Club de St. Barth, y que se ha extendido a Miami Beach, Saint Tropez, Marbella, Cabo San Lucas, Marrakech, Koh Samui y Nueva York. Al principio estuve un poco escéptica porque no vi a Panamá en el portal de Nikki Beach, pero hurgando un poco sí lo encontré bajo Casa Nikki: parecen haber establecido una distinción entre los locales urbanos y los playeros.
Comimos muchísimo mejor de lo que me esperaba. Obviamos los emparedados, y las ensaladas que preceden al menú y fuimos a las entradas.
Pedimos un carpaccio de atún de finísimo corte que estuvo muy bueno, con toquecillos de pepino, pimentón y alcaparras, y fideitos chinos crocantes; pedimos unas empanaditas de wanton rellenas de cordero, que no me arrancaron un wao.
Estaban bastante grasosas, y ni siquiera la salsa a base de soja, ajonjolí y vinagre con hierbas frescas pudo compensar. Pedimos el menú ejecutivo (ofrece dos opciones de entrada, tres de platos fuertes, 1 postre y 1 soda o cerveza) y la entrada fue un caldo con vegetales, coditos de pasta y carne troceada y asada a la plancha Esa sopa no me impresionó para nada.
El plato fuerte del especial consistía en un “lomo” que estaba bastante suave para ser lo que nosotros llamamos “lomo” y demasiado duro para ser “filete”: hay que recordar las nomenclaturas de lomo, lomito, solomillo, etc. Total, nunca averigüé qué estaba comiendo, pero vino acompañado de vegetales: zanahorias, papas, berenjenas, pimentones, bastante bien.
El pollo relleno fue una pechuga delicadamente presentada, rellena de espinaca y queso feta, muy tierna, y acompañada de puré de papas, que gustó a la recluta. Mi plato fuerte fue un pulpo pariente de Paul, excepto que esta vez la que acertó fui yo y no el pulpo, porque estaba exquisito: crocante por fuera, blandito por dentro, con su toquecillo de pimentón, y servido con unas papinas crocantes deliciosas, más unas tajadas de berenjenas y pimentones, y alcaparras de decoración o para darle un cierto zing al pulpo.
De postre, nos comimos un parfait de chocolate con guineo: un pedazo de banano caramelizado, y un domo de helado de banano con una cobertura de chocolate muy sabrosa. El postre del menú del día fue un cuadrito microscópico de mousse de fresa que sabía a cuando las nanas decidían echarle leche a la gelatina de paquete.
El servicio fue bastante atento, pero bueno, en ese momento no había mucha gente. Dixit.





