Una vez leí a William Safire, quien publica en el New York Times Sunday Magazine una columna intitulada On Language y decía que cuando Erato, la musa de la inspiración literaria, no asoma la carita por su pantalla, él se dedica a "trolear" la redacción de su periódico para ver qué pesca en sus redes. Yo hago lo mismo con los restaurantes.
Más de una vez, he dicho: "¡Para el carro, para el carro!" cuando ando por sectores de la ciudad que no frecuento mucho, porque he visto un restaurante nuevo o he visto uno que no había notado. Esta vez me dijeron que el centro comercial de El Dorado ahora tiene un food courtyard.
Dicho y hecho, ahora bajas por unas escaleras que conducían al exterior por atrás, donde quedaba la estafeta de correos, y en vez de tropezarte con un parque de estacionamientos, hay toda una madriguera subterránea, con escaleras por un lado, rampas por el otro, columnotas de cromo, bueno, nada más le falta un zurradero de chocolate y un río de malvaviscos para que sea una cosa rayana en lo surreal. Lo cierto es que se la han ingeniado de lo más bien. Hay todo tipo de franquicias panameñas y sudamericanas: hamburguesas, sushi, comida china, café gourmet, churros, helados y postres de frutas a tutiplén.
Me lo recorrí de norte a sur (al menos eso creo, no acostumbro a llevar compás) y terminé eligiendo un lugarcillo de pollo asado llamado Chicken Factory, cuya popularidad solamente parecía superarla otro negocio contiguo de carnes a la brasa.
Comenzamos pidiendo unas alitas tipo buffalo. Puedes pedir órdenes de diversos tamaños, pero nosotros nos fuimos por las más chiquitinas, que son cinco por dos dólares con 75 centésimos. Vienen con un pocillo de picante y otro de salsa ranch, y unos palitos de apio y zanahoria. Llegaron hirviendo y perfectamente fritas.
Luego, probamos el pollo asado. Te lo venden en órdenes de un cuarto, medio y pollo entero; lo puedes pedir con papitas o patacones y con distintos tipos de salsa: natural, BBQ, chimichurri y "de la casa". Preguntamos cuál era la de la casa y nos dijeron que miel y vinagre balsámico. Ordenamos tres combos de pollo "agrandados", con limonada extra.
El sistema es que pagas en caja para luego ir a esperar en tu mesa con un "palo" que indica el número de orden. Con tu pedido te traen la cuenta. Parece que andaban retrasados, porque oí al supervisor pedir encarecidamente "que le mandaran pollos de abajo", por lo que presumo que para meter todas esas tienditas de comida tuvieron que cavar más para abajo. La cosa es que ya era pasada la hora pico (como la 1:30 de la tarde), y tuvimos que esperar unos buenos 20 minutos por nuestro pedido. Pero en honor a la verdad, la espera lo valió.
La versión BBQ no ahogó al pollito en sabores melodramáticos, estuvo ok. El chimichurri también estuvo sabrosón, pero el pollo de la casa, con su balsámico agridulzón, fue el hit, o al menos el que más me gustó. El pollo viene bien hecho, me hubiera gustado el pellejo más doradito, pero me hicieron un favor porque tras una primera probadita me deshice del colesterol y me dediqué a la proteína.
También probé una ensalada muy simpática que trae tiras de pechuga a la plancha, arroz con frijoles negros, maíz en grano, lechuga, tomate y aderezo. Tienen además sancocho y arroz con pollo, que no probamos, como tampoco unas hamburguesas de pollo que parecen tener alta demanda. Dixit.
FICHA TÉCNICA
COMIDA: Sabrosa SERVICIO: Lento AMBIENTE: Franquicia PRECIO: Menos de $15 RECOMENDADOS: Pollo al balsámico ($3.75), Alitas fritas (5 x $2.75) ACCESO A DISCAPACITADOS: Rampas FUMAR: No TELÉFONO: 236-9017 DIRECCIÓN: Food court del centro comercial El Dorado HORARIO: 11:00 a.m. a 8:30 p.m. ACEPTAN: Solo efectivo, aún no tienen habilitado el sistema de tarjetas.
