Sigmund Freud, creador del psicoanálisis falleció un 6 de mayo, hace ya 150 años.
Algunas de sus obras y teorías más conocidas han inspirado a artistas de todos los ámbitos: el complejo de Edipo, la envidia del pene, la sexualidad infantil, la etapa anal, el inconsciente.
El siglo XX se inició con dos particularidades: la publicación de La interpretación de los sueños, de Sigmund Freud en 1900 y la proyección de El viaje a la luna, de Georges Méliès en 1902. La sexualidad comienza a despojarse de su condición reproductiva y el cine deja de ser un experimento científico.
La cinematografía está firmemente ligada al psicoanálisis al utilizar, ambas, el lenguaje de la imagen. Una película es como un sueño dirigido y los grandes realizadores son conocedores profundos del drama humano.
El cineasta alemán G.W. Pabst fue el primero en incorporar el psicoanálisis al cine en Misterios de un alma (1926), estudio de un caso de impotencia sexual transitoria.
Y sin duda, hoy, quien más ha explotado y ha ayudado a crear un estereotipo de psicoanalista cinematográfico ha sido Woody Allen. Annie Hall, Deconstructing Harry, Another Woman y el 50% de sus películas, incluyen a un psicoanalista.
La imagen que el cine ha transmitido del enfermo mental y más concretamente de alguno de los síndromes más importantes de la psiquiatría puede apreciarse en algunas cintas como Mejor imposible, con Jack Nicholson, asociada a los trastornos de ansiedad y el trastorno obsesivo convulsivo; para los estados de ánimo y, en concreto, el trastorno bipolar está Mr. Jones, con Richard Gere y en Girl, interrupted con Angelina Jolie; los trastornos de personalidad son ilustrados en Rain man, con Dustin Hoffman y Tom Cruise.
Valen la pena La locura del rey Jorge, Una mente brillante, El gabinete del Dr. Caligari y Hombre mirando al Sudeste.
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