El científico Robert Huber trabajó en el Instituto Max Planck de Alemania. En 1988 compartió el Nobel de Química con Johann Deisenhofer y Hartmut Michel, por su trabajo pionero al cristalizar una proteína clave para la fotosíntesis de una bacteria y determinar su estructura.
Huber, que está de visita en Panamá por primera vez, ha estudiado también los receptores de las células y los anticuerpos.
“Para el diseño de drogas contra proteínas específicas, necesitamos la información estructural, es decir, saber cómo se une la estructura y cómo puede ser modificada”, indica el científico.
“En los últimos 40 años, la determinación de la estructura de las proteínas mediante el uso de la cristalografía ha madurado y ha encontrado su lugar en la industria”, añade.
Durante la I Conferencia Internacional sobre nuevos descubrimientos del cerebro, realizada esta semana en Panamá, el laureado científico explicó cómo se han encontrado compuestos naturales a partir de bacterias, hongos y organismos marinos, que resultaron ser inhibidores de proteosomas, unidades celulares responsables de la degradación de proteínas. “Cristalizamos y determinamos estos compuestos y sus estructuras, lo que permitió su síntesis y modificación”.
En la década de 1970, se determinó la estructura de los anticuerpos, que median la respuesta inmune, y luego la de sus receptores, lo que permitió crear fármacos antagonistas, que bloquean o detienen la interacción entre anticuerpos y receptores y así, la reacción inmune. Este es aún un campo con potencial para crear nuevas drogas para tratar enfermedades autoinmunes, como el lupus y la esclerosis múltiple.
