No nos cansaremos de repetirlo, así muchos no lo acepten ni les caiga muy bien. Por su posición geográfica, por sus puertos, Colón ha debido ser, si no la capital de la República, su primera ciudad por lo que genera económicamente. Un claro ejemplo de esto se da en Estados Unidos, ya que a pesar de que Washington es su capital, hay otras ciudades que se perfilan como las más importantes desde el punto de vista diplomático y económico, como es el caso de Nueva York.
Pero la capital atlántica surgió demasiado tarde y eso la perjudicó bastante. Parece ser que eso de estar ubicada en la costa norte tampoco ha ayudado mucho a la situación. Recordemos a Nombre de Dios y a Portobelo con sus famosas ferias. Hoy también han quedado reducidas a unos villorios dignos de mejor suerte. La cercanía a la capital también influyó. Y que no nos salgan con que todo es debido a la naturaleza y al color de la piel de su población. Esta, en gran número, se ha trasladado a vivir a Estados Unidos, Canadá, etc. y ojalá se viera cómo se desempeñan de bien en sus trabajos por allá.
Pero nada cambiará. Colón continuará absorbida, aun cuando algún día no muy distante se recuperará, porque las posiciones geográficas y físicas no se pueden desconocer.
Ahora, relatemos algunos hechos históricos que se han desarrollado en la ciudad de Colón. Cuando se iba a construir el ferrocarril Transístmico, a mediados del siglo XIX, la ciudad terminal iba a ser Portobelo, pero nuestro viejo conocido, el francés George Loewe, el que construyó el Grand Hotel, del cual hablamos dos semanas atrás en estas "Raíces", era poseedor de las tierras en donde finalizaría o comenzaría el citado ferrocarril. Loewe le cobraba a la Cía. ferrocarrilera, una suma exorbitante por los terrenos de su propiedad.
Fue entonces Daniel George, dueño de los terrenos de la Isla de Manzanillo, quien los vendió a un precio muy inferior.
Si no hubiese sucedido lo anterior, quién sabe que le hubiese sucedido (¿algo peor?) a lo que es hoy la ciudad de Colón.
Pero el destino –y otra vez su única y privilegiada posición– hizo que la nueva ciudad fundada el 27 de febrero de 1852 fuera el punto terminal del ferrocarril y del Canal de Panamá.
Durante el curso de los años de 1885, 1911, 1915 y 1940 la ciudad de Colón fue azotada por destructores incendios. Por su menor intensidad no se mencionan muchos otros, y los que indefectiblemente –por los materiales de sus casas– desgraciadamente tendrán que repetirse varias veces más.
Fue el primero de los mencionados incendios el que se le atribuyó –como su productor– a Pedro Prestán, quien fue ahorcado por esa falsa acusación. ¿Estaría él tan demente como para incendiar el lugar en donde amorosamente vivía, y poseía además otras casas de su propiedad? ¿O sería una venganza porque se atrevió a apresar al cónsul local de EU y a otros prominentes estadounidenses más en cierta ocasión? Prestán fue ahorcado en plena calle quinta con Ave. del Frente el 15 de agosto de 1885, sobre una tarima prestada por la Cía. del ferrocarril.
Durante los días cercanos y posteriores al 3 de noviembre de 1903, en Colón se vivieron momentos de tanta o más intensidad y peligros que los vividos en la capital. Pero es muy posible que muchos desconozcan lo anterior o le resten importancia.
Recordad las terribles amenazas de los jefes de las tropas colombianas, que esperaban en Colón su no logrado traslado a la capital. Las amenazas eran para destruir la ciudad atlántica, y no la misma capital, y de matar a muchos de sus habitantes.
El 4 de octubre de 1959, casi 6 mil colonenses hombres y mujeres marcharon a pie hasta Panamá comandados por Andrés Galván y Eugenio Barrera, evento que se llamó "La marcha del hambre y la desesperación".
El que firma este artículo se enorgullece de que, como director médico del Hospital Amador Guerrero en esos tiempos, les cedió ambulancias, enfermeras, auxiliares, equipo, líquidos y medicamento para protegerlos. Consiguieron enormes ventajas para los obreros de toda la nación.
El 9 de enero de 1963 y días subsiguientes fueron también de gran intensidad en Colón. Hubo dos muertos y centenares de heridos o afectados por los gases.
En fin, lo que hemos tratado de demostrar es que la capital atlántica no solo es un enorme factor económico para la nación (Zona Libre, trasiego de contenedores, etc.), sino que sus habitantes nunca han dejado de decir ¡presente! cuando de ellos se ha necesitado su participación.
