Por propia convicción, llevaba años sin leer a Paulo Coelho. Años. Pero resulta que este viernes 27 de mayo será el lanzamiento para Latinoamérica de su nueva novela titulada El Zahir, y mandaron un ejemplar para reseñarlo.
La trama se centra en un escritor que ha alcanzado la fama —aunque no así el consentimiento de la crítica— y de pronto su esposa desaparece sin dejar rastro alguno. Ella, una corresponsal de guerra, parecía tenerlo todo a su alcance: el matrimonio perfecto, la carrera ideal, energía y juventud.
Ni el escritor ni la policía, que lo toma por sospechoso en la desaparición de su esposa, pueden explicarse el motivo de su partida, lo cual lanza al personaje en una larga meditación sobre su vida.
Juzgando al libro por lo que es, y no por todo lo bueno que podría ser, Paulo Coelho toma nuevamente escenas de su vida y las lleva a su obra, como ya lo hizo en El peregrino de Compostela o Veronika decide morir.
Esto me resulta licencioso, pero al menos él lo hace intencionalmente y nunca lo ha escondido. Eso queda reflejado en su web site, y en recientes entrevistas no ha negado las similitudes que existen entre él y el personaje principal de El Zahir, cuyo nombre nunca se menciona, aclarando únicamente que él y su esposa están de maravilla.
Sé perfectamente que Coelho es un escritor que registra ventas envidiables y hoy por hoy es uno de los más leídos del mundo, pero sus obras no son reflejo de toda la aceptación y distinción que recibe.
El Zahir, como otras tantas, está llena de frases y espacios comunes y de una prosa simple y descomplicada en aras de resaltar un fondo preñado de anécdotas aleccionadoras.
Al escritor brasileño lo que le interesa es que sus lectores reflexionen. Existe todo un debate al respecto, yo me inclino a pensar que eso no es literatura.
Sirve para que millones de lectores en todo el mundo mediten sobre su existencia y se encaminen hacía una vida mejor, perfecto. Entonces que lo vendan en farmacias y con prescripción médica, igual que los antidepresivos. Pero no en librerías.
Pero bien, como dije, se trata de un debate viejo, que me precede, y así como hay posturas en contra, hay muchas a favor.