Yo soy de las que piensa que escribir una novela debe hacerse por propia convicción y no por cumplir con una tarea. Y eso fue lo que hizo la autora chilena Isabel Allende con su más reciente novela, El Zorro, comienza la leyenda.
Se trata de una obra por encargo. Los dueños de los derechos de autor le propusieron contar la infancia y juventud de Diego de la Vega, el hombre detrás de la máscara. Y aunque al principio estuvo reticente, según cuenta en algunos medios, "al final me enamoré de la idea".
Allende cuenta así los primeros años de Diego de la Vega, nacido en 1795. Al ser criado junto a Bernardo, hijo de su madre de crianza, se convierten en inseparables amigos a pesar de la diferencia de clases.
A Bernardo lo conocemos desde las primeras historias de El Zorro; es el indio mudo que siempre lo acompaña. Allende rescata el personaje y explica el porqué de su condición.
Diego crece en California, donde nunca pasa nada, y la autora lo traslada a una España en la cual empiezan a bullir los principios de la Revolución Francesa: libertad, igualdad y fraternidad. Se destaca por ser una persona justa, a pesar de ser aristocrático, tanto que en España, ingresa en una sociedad llamada que se encarga de defender a los oprimidos.
Los derechos del libro fueron vendidos para una versión cinematográfica y se dice que Allende quiere a Johnny Depp como protagonista.
Seguro le irá bien, el Diego de Allende, más que al justiciero enmascarado, recuerda al protagonista de La última locura del Zorro: es juguetón, vanidoso y teatral. Demasiado para tomarse en serio.

