Las inexploradas fortaleza La Torrera y la ciudadela Los Gentiles, en el selvático departamento de Amazonas, formarían parte de un extenso complejo arqueológico de la cultura Chachapoyas (700 a mil 500 años de nuestra era), que aún no ha sido registrado por las autoridades peruanas, informó ayer un medio local.
Una expedición formada por periodistas y arqueólogos visitó la semana pasada la inexplorada fortaleza La Torrera, ubicada en el anexo de La Joya, en la provincia de Chachapoyas, sobre los 3 mil 600 metros de altura.
La Torrera es un enigma emotivo porque apuntaría a la misma dirección del mausoleo donde se encontraron más de 200 momias en la cercana Laguna de los Cóndores, señaló ayer, domingo, el diario El Comercio.
El arqueólogo Wilmer Mondragón informó al periódico que la muralla perimétrica, cubierta de densa vegetación, tiene 400 metros de largo y que la fortaleza tiene escaleras de piedra y torreones, desde los cuales se aprecia el valle de los ríos Utcubamba y Atuén.
Para llegar a ella se debe viajar tres horas por carretera, de Chachapoyas a Leymebamba, seis horas a caballo hasta el anexo La Joya, y otras cinco horas de caminata bajo la lluvia y la neblina propias de esta zona selvática.
El arqueólogo del Instituto Nacional de Cultura, Manuel Malaver, confirmó al diario que no se han realizado trabajos específicos en esa región casi virgen, a pesar de que ha sido declarada patrimonio cultural de la nación.
La expedición siguió su rumbo hacia la cercana ciudadela Los Gentiles que tiene su entrada cercada porque hace unos años "llegaron personas que la destruyeron buscando oro", declaró su cuidador Florentino Ruiz.
Mondragón opinó que "lo que existiría aquí es un centro administrativo sobresaliente a 3 mil 300 metros sobre el nivel del mar".
La construcción tiene decenas de bloques de piedra caliza con argamasa de arcilla y barro, que tienen un promedio de 9 metros de largo, en un perímetro de 60 metros, ubicadas en dos y hasta en tres pisos.
Al llegar a la cima hay una construcción rectangular con una roca en medio, una especie de piedra ritual con dos rostros humanos, un pocito en el centro y diseños de canales, en alto relieve.
Según los expertos, ese lugar pudo ser utilizado para ritos al dios del agua, por la presencia adicional de figuras de genitales masculinos y femeninos.
