Cuando los padres de familia escuchan al niño decir "me quiero morir, me voy a matar, ya no quiero vivir" o "estoy cansado de esta vida", piensan que es "necedad y que no saben lo que dicen", cuando en realidad estas advertencias la deben tomar con mucha importancia y más cuando vienen de menores de 7 a 13 años de edad, dice la pedíatra Amelia Paz, autora del libro Un Universo dentro de la mente infantil.
Años atrás, comenta, difícilmente se escuchaba a un niño lanzar estas expresiones, pero ahora, cuando el mundo ha cambiado y estos tienen acceso a más información, logran crearse una concepción del suicidio, ya sea porque lo han visto a través de las cómicas, al sostener diálogos con amiguitos o por conversaciones que le escuchan a los adultos.
Como su idea de la muerte es poco realista, porque "ven que en la televisión matan a un muñeco y este a los segundos vuelve a la vida", piensan que el atentar contra sus vidas es como internarse en un sueño profundo del cual podrán despertar cuando ya pase lo que los mortifica o agobia.
Además, aprenden formas para cometer el hecho como colgarse de una soga, ingerir varios frascos de medicamentos, y los más grandecitos entre los 10 y 15 años, que además tienen un carácter fuerte pueden optar por utilizar una navaja para cortarse las venas. "Estos últimos si no lo hacen pensando en que van a entrar en un sueño, lo hacen plenamente conscientes de que acabarán con su sufrimiento".
FACTORES DETONANTES
La psicóloga Yaninna Conte opina que dos hermanos de la misma edad pueden estar viviendo la misma situación, pero esto no significa que ambos se afectarán. Uno puede manifestar problemas de actitud de inmediato y el otro puede mantener una conducta normal de chico y estallar al llegar a la edad adulta.
De su experiencia, los niños que manifiestan comportamientos suicidas son los que no logran sobrellevar la presión escolar y además se sienten juzgados por sus padres sin recibir o poder desahogarse con nadie.
También pueden ser vulnerables los niños que pierden a un ser querido con el que lograron estrechar un lazo sentimental y de confianza fuerte y los que viven en un ambiente donde uno de los padres es alcohólico, no así los que afrontan el divorcio de los padres. "Los niños en este aspecto se adaptan a esas situaciones con facilidad si los padres llevan un proceso calmado, donde se le explica al menor lo que está pasando y se le advierte que su relación con él no variará, y ambos los seguirán queriendo".
ACTITUDES DE ALERTA
La pediatra Amelia Paz comenta que existen ciertos comportamientos poco usuales que también pueden certificar que las amenazas de suicidio son serias: si empieza a orinarse la cama cuando no lo hacía, empieza a comerse las uñas, pierde el apetito y el sueño, se aisla, es poco solidario y experimenta un miedo excesivo hacia algunas personas o situaciones.
LIDIAR LA SITUACIÓN
• Enseñarle que nada soluciona con hacerse daño.
• Escuche con atención su problema. Si le cuesta hablar de lo que le pase dele pluma y papel para que escriba de ello cuando esté listo.
• Trate de buscar junto con el cómo pueden solucionar el problema.
• Si la situación es difícil de manejar es necesario acudir a un especialista de inmediato.
• Hacerle saber siempre que cuenta con usted.