La investigación biotecnológica marina es un campo relativamente novedoso que se enfoca en la búsqueda de nuevas sustancias en los microorganismos, algas e invertebrados marinos, que puedan tener acción antimicrobial, antiviral y contra diversas enfermedades.
De hecho, varios compuestos activos de medicinas que se usan hoy día para tratar males cardiacos y ciertos tipos de cáncer fueron descubiertos en arrecifes de coral.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), menciona por ejemplo, los antibióticos desarrollados a partir de hongos, la neurotoxina de un caracol con propiedades analgésicas mucho más potentes que la morfina y los químicos de esponjas, que se usan para tratar el cáncer y el virus del herpes.
La ziconotida, por ejemplo, es una sustancia que se basa en un compuesto orgánico llamado conopéptido, que se encuentra en el veneno de un caracol marino, y que se usa para tratar el dolor crónico en adultos.
Y la espongouridina, hallada en una esponja caribeña, se puede sintetizar en compuestos con actividad anticancerosa y antiviral.
La rica biodiversidad marina panameña también es fuente potencial de nuevos fármacos, y actualmente un equipo de científicos en el Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat), trabaja en la búsqueda y extracción de sustancias químicas de corales y bacterias asociadas a ellos, con la esperanza de descubrir nuevas moléculas con propiedades farmacológicas contra el cáncer, la leishmaniasis, tripanosomiasis y malaria.
Uno de los proyectos de investigación comenzó en febrero del año pasado y otro, hace dos meses. Ambos son apoyados por la Secretaría Nacional de Ciencia Tecnología e Investigación y por los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
Marcelino Gutiérrez, doctor en química orgánica e investigador en Indicasat, explica que esta labor en la que participan varios expertos y estudiantes de la Universidad de Panamá, la Unachi y visitantes que hacen pasantías tiene un componente de química y otro biológico.
“Estamos en una etapa inicial y experimental. Si encontramos una sustancia importante, podríamos hacer un convenio con alguna farmacéutica para desarrollar algún medicamento, pero eso sí, asegurando los derechos de propiedad intelectual de los científicos nacionales y de manera tal que parte del beneficio revierta a esta institución y al país”.
La posibilidad de publicar el hallazgo de una sustancia nueva en revistas científicas internacionales es un aliciente. Gutiérrez menciona que Marcy Balunas, una investigadora visitante que regresó a Estados Unidos en diciembre pasado, encontró moléculas desconocidas de cianobacterias en Panamá, y su trabajo está en proceso de publicación.

