La barbería tiene, en Panamá, tantos matices como colores de piel en los panameños. Pero hay un tipo en especial que atrae por su ubicación, decoración y música: las barberías clandestinas.
Coloridas y llamativas, las barberías abiertas -de techo y pared de cinc, en su mayoría- se asientan en las aceras de los barrios populares y se roban miradas de niños, jóvenes y adultos.
Algunas emiten altos sonidos de reguetón o reggae, mientras el bajo hace temblar el piso.
De otras se escapan ritmos románticos cuyo contraste con el arte grafista que cubre sus paredes es tan singular como los hombres que día tras día arriban a ellas con navaja e inspiración en mano.
José Alfredo es barbero en la barbería Capital Stile, en Avenida B. Aunque no parece tener más de 20 años, habla sin pelos en la lengua. “Mi primer corte se lo hice a un sargento hace unos meses... era un pulido que llevaba tres escaleras.
Cuando me di cuenta que se lo había hecho mal, me eché a reír. Al día siguiente llegó y me dijo que el corte no estaba en nada y que le había hecho una maldad... pero eso nunca me bajó la autoestima”. Ahora, asegura, la gente se “pelea” para que él los atienda.
Como José Alfredo, muchos aprenden el oficio desde jóvenes. Sergio Rodríguez, de 19 años, es barbero desde los 14: “compré mi maquinita y practicaba en la cabeza de mis sobrinitos”, recuerda con una sonrisa pícara.
“Empecé a cortar cabello a los 13 y me perfeccioné en lo que es barbería a los 14. Tú ‘sae’... los cortes profesionales”.
Darío González, de la barbería Chan Papa: Los Reyes del Pulido, en la Plaza 5 de Mayo, tiene 12 años en el negocio. Hoy tiene 24 años de edad y está feliz con su trabajo: “lo que más me gusta es el arte. El diseño más loco que he hecho es to’o cocobolo”, dice, y cuenta que hace tribales, estrellas y sombras.
Greg, quien también trabaja en Chan Papa, incursionó en el oficio de adulto. Tiene 27 años y se inició como barbero a los 22. “Uno no piensa: ‘bueno, quiero ser barbero’. Dios da el don, y cuando se presenta la oportunidad, uno trabaja en alguna barbería”, opina.
Entre los cortes que hacen estos artistas del cabello están el doble tono con gillette (corte clásico de los policías), que cuesta $2.50, y el cerquillo, a $1.50, que va de una patilla a la otra, pasando por la frente y dejándola como un rectángulo.
Los más populares, cuentan los barberos, son el chaval, el mexicanito y el jersey (corte del futbolista portugués Cristiano Ronaldo), que cuestan $2.00.
El más caro es el pokemony, en el que el se diseñan escorpiones, dragones, remolinos y hasta molas. Ese cuesta hasta $10.00.
VEA Barbería, vía que encamina vidas
