Casi siempre que alguien a su alrededor bosteza, usted lo sucede. Y es que, según el neurólogo Juan Carlos de Mola, esto es un reflejo condicionado: “como cuando alguien se ríe a carcajadas y uno sonríe por igual”.
Pero este reflejo tiene una causa que va más allá: cuando el cerebro está sobreactivado y necesita descansar, envía un aviso que indica “hay que dormir”, explica el neurólogo y neurocirujano Ignacio Romero. “El cerebro controla el funcionamiento de todo el cuerpo, por lo tanto necesita recuperarse y es cuando nos da sueño”, dice.
El sueño o cansancio hace que la frecuencia respiratoria disminuya, y es entonces cuando el cerebro necesita oxigenarse y la persona bosteza, agrega De Mola.
Pero el bostezo no solo oxigena el cerebro, asegura el neurólogo Aron Benzadón: ayuda a descansar y oxigenar el cerebro y todo el cuerpo.
Sin embargo, y contrario a lo que dijeron los especialistas locales, investigadores de la Universidad de Albany, Canadá, demostraron que no se bosteza por la necesidad de oxigenar el cerebro.
Los investigadores hicieron dos grupos: a unos les colocaron una bolsa de hielo en la frente, y a los otros, una bolsa de agua caliente. Las personas con el hielo bostezaron menos. Así, concluyeron que el aire frío refresca la masa encefálica. Para ellos, es cuestión de temperatura.
Para De Mola, eso no tiene lógica, pues el frío no llega a la masa encefálica desde afuera. Cuando lo hace, llega a la misma temperatura que el resto del cuerpo.
Un curioso estudio de la Universidad de Leeds (Reino Unido) revela que el bostezo es característico en las personas con un avanzado sentido de conciencia social, y aquellas que bostezan “contagiosamente” se identifican con las emociones de las personas que las rodean.

