No es raro ver, en una cata de vinos, que las personas agitan la copa y la acercan suavemente a la nariz para olfatearla.
Esto, explica Rafael Ciniglio, chef sommelier de la Trattoria de América, tiene un propósito específico. “Aunque el vino le gusta casi a todo el mundo”, explica, “hay ciertos pasos que ayudan en la sensación sea más agradable”. Ese es uno.
“Los tres pasos importantes que hay que seguir son: la vista, el olfato y el sabor”, recalca Ciniglio.
Primero, se vierte el vino hasta media copa y se observa en trasluz para observar su tonalidad y calcular su edad y madurez. El siguiente paso es identificar el aroma.
El acto de darle vueltas no es meramente demostrativo. Tomás Medina, que forma parte de la Asociación de Vinos del Club Unión, explica que esto se realiza “para que el vino se oxigene y los olores comiencen a salir”.
La directora de DeVinos Comunicación, Lorena G. Díaz, explica en la revista Hola de enero de este año que, en la fase olfativa, se descubren tres aromas: “los primarios (los que aporta la variedad de la uva), secundarios (procedentes de la fermentación), y los terciarios o bouquet (son los aromas de la crianza)”.
Por último, está la experiencia de saborear el vino.
“Se enjuaga primero en la boca y luego en la lengua para poder sentir la uva”, explica Eduardo Jaramillo, aprendiz catador en el restaurante El Bodegón, quien agrega que, a la hora de catar un vino, lo recomendable es servirse de uno a dos dedos.

