Había un silencio total; todos esperaban con ansias las primeras tonadas del cuarteto español Quiroga, y al iniciar, todo el Teatro Nacional quedó envuelto por melodías profundas e intensas, portadoras de paz.
Sus primeras interpretaciones fueron obras de Johann Sebastian Bach, un cantor al servicio de la Iglesia luterana que posteriormente se convirtió en uno de los más grandes compositores de la música sacra, al plasmar en sus temas su pensamiento, calidad humana y carácter.
Herzlich tut mich Verlangen fue la pieza inicial, la cual rinde honores a la Pasión, del libro de San Mateo. Luego tocaron Ein Kind geborn zu Betlehem de la Cantata N°65, además de Sie werden aus Saba alle comen y del oratorio de Navidad más célebre de Bach entonaron Gelobet seist du, Jesus Christ y Ermuntre dich, mein schwacher Geist.
Cuando todos pensaron que nada podía superar lo escuchado, arrancaron con piezas de Bela Bartok, y junto con estas, los cambios de ánimo de los asistentes al concierto. Del romanticismo pasaron a notas plagadas de energía y ásperas producidas en el siglo XX, por un compositor que jamás se preocupó por agradar a la audiencia.
Estos fragmentos llevaban por título Primera y Seconda parte.
Las composiciones de Robert Schumann cerraron el espectáculo. Eran temas que subían y bajaban como una marea, ya que combinaban varias sensaciones y estados de ánimo. Su inicio fue Andante espressivo, una lenta y adormecida introducción llena de melancolía y ternura. Seguido, El Assai agitato, uno de los que más se acopla a la música de cuarteto por su gran repertorio. El Adagio transmitía una mezcla de ideas musicales, que preparó al público para las poderosas letras del tema Finale, tonadas que estremecieron la sala del teatro el pasado miércoles.
