Para lograr su cometido, el timador necesita ser visto como una persona de confianza, dicen los expertos. Y como la imagen juega un papel determinante, deben trabajar en su aspecto físico.
Hasta los más inteligentes pueden ser timados. Eso quedó comprobado con los casos de los timadores David Murcia Guzmán y Bernard Madoff. En su lista de víctimas hay personas de todos los niveles educativos. “Todo el mundo es sensible a emociones como miedo, avaricia o inseguridad, por lo que ellos perfeccionan sus técnicas en ese sentido”, dice un estudio de la Universidad de Leicester (Reino Unido) -publicado en el diario español 20 minutos-.
En su libro En la mente del estafador, la escritora senegalesa Binta Ndao asegura que los timadores “aparecen como el superhéroe que va a salvar la situación. Todas las puertas se cierran y la única que se abre es la suya. Da la sensación de que resuelve todo. La imagen es importante”.
DETALLES QUE DELATAN
Quien teje una estafa aparenta ser una persona de buen extracto social, elegante al vestir y educado, detalla el teniente Alexander Labrador, de la Dirección de Investigación Judicial. Según él, no existen características físicas que sirvan de guía para detectar a estos delincuentes.
Pero el psicólogo de la Universidad de California Paul Ekman asegura lo contrario en el diario chileno El Mercurio de Valparaíso. Según Ekman, “es probable que a través de la boca el estafador quiera ocultar su expresión con una sonrisa falsa, apretando los labios y subiendo el mentón, sin que la frente ni los ojos intervengan en este movimiento. Se debe observar qué indican la frente y los ojos de la persona para saber qué siente”.
Cuando los timadores están inquietos, dice Ekman, sus párpados superiores se elevan, los inferiores se tensan y las cejas se levantan, mientras que desvían la mirada. “Pero muchos saben engañar sin desviar la vista. En ese caso, el aumento de la frecuencia del parpadeo y la dilatación de las pupilas”. Las víctimas, agrega, deben fijarse en el color de la cara: “el rubor de sus mejillas o la palidez son señales de estar ante la presencia de un posible engañador”.
Finalmente, advierte, “las expresiones verdaderas no duran más de 10 segundos en la cara. Si se extienden por más tiempo posiblemente sean falsas y, además, habitualmente van acompañadas con palabras idóneas”.
