Más de 85 millones de dólares fueron necesarios para volver a convertir al Petir Palais de París en una de las joyas arquitectónicas de la capital francesa.
El museo de arte fue renovado en su totalidad en cinco años. Ya pueden volver a admirarse las obras de Cézanne, Courbet y Rodin en un edificio que no sólo luce en su antiguo esplendor, con sus cielos rasos pintados y su portal de hierro forjado bañado en oro, sino que además fue ampliado en 7 mil metros cuadrados.
Desde 1902, este museo alberga una de las colecciones de arte más valiosas de París. El Petit Palais fue construido en 1900 con motivo de la Exposición Universal. Entre el Sena y los Campos Elíseos surgieron dos edificios de exposiciones, que hoy son conocidos internacionalmente como Gran Palais y Petit Palais.
Mientras el Gran Palais, que fue reabierto hace poco, organiza grandes eventos culturales y ferias debajo de su gigantesca cúpula, el Petit Palais se distingue por exhibir las obras que desde 1870 fueron compradas por París o hechas por encargo de la ciudad.
Charles Girault, arquitecto del museo, no ahorró en luz. Por todas partes previó grandes ventanales, sin embargo, fueron ocultados por tabiques de madera o muros de concreto. El objetivo era proteger las obras de los rayos del sol.