La costumbre de los museos de arte de mostrar la belleza y la armonía se invierte en una exposición, en la que los monstruos asumen el protagonismo en un viaje a través de la fascinación que los seres imposibles causan en los humanos.
El Kunsthistoriches Museum de Viena reúne a dragones, grifos, esfinges y demás engendros, en una muestra que con el elocuente título de “Horriblemente bello” analiza la evolución de la monstruosidad y su representación en el arte. Mezcla épocas, estilos y artes para contar de dónde vienen y qué significan seres como la medusa, el unicornio, los sátiros y los dragones.
El museo ha rebuscado en los amplios fondos de sus colecciones históricas piezas habitualmente no expuestas que, junto a obras de la muestra permanente, han configurado la serie de 100 pinturas, esculturas, tapices, vasijas y monedas que componen la exposición.
Así, esfinges egipcias del año 300 antes de Cristo se exponen junto a piezas de la Grecia clásica, para explicar cómo este ser mitológico pasó de ser un símbolo de la autoridad y el poder del faraón a encarnar un ente de mal agüero.
Esa evolución del significado dado a los monstruos a lo largo de las distintas culturas se aplica también a figuras como el dragón, que si para el cristianismo fue emblema del mal y del diablo, fue considerado por otras culturas como un guardián de la naturaleza al que se atribuían, incluso, poderes curativos.
“Santa Margarita”, de Rafael, es uno de los ejemplos de esta temática que expone la muestra, que se puede visitar hasta el próximo 1 de mayo.

