El ruso Mstislav Rostropovich, fallecido ayer a los 80 años en Moscú tras una grave enfermedad, era considerado junto con el español Pablo Casals uno de los violonchelistas más importantes del siglo XX. En febrero pasado, el presidente ruso, Vladimir Putin, distinguió al músico enfermo con una orden al mérito.
Rostropovich nació en 1927 en Bakú en una familia de músicos. A su padre Leopold, quien también era violonchelista, siempre lo mencionaba como su maestro más importante.
Rostropovich dio en 1945 los primeros conciertos en Moscú y comenzó su carrera internacional en 1964 con una actuación en la entonces Alemania occidental. Estaba casado desde 1955 con la soprano Galina Vishnevskaia la que fuera prima donna del Bolshoi.
Según los críticos, el estilo de Rostropovich en el violonchelo aunaba "un sentimiento profundo con intelectualidad y un sentido extraordinario para la forma". Amigo de compositores rusos como Dimitri Shostakovich, Serguei Prokofyev o Alfred Schnittke, ejecutó muchas de sus obras por primera vez. Pero también artistas extranjeros como Benjamin Britten, Leonard Bernstein o Pierre Boulez escribieron obras para él.
Sin embargo, Rostropovich solía cerrar sus conciertos con música de Johann Sebastian Bach. "Sin Bach, no hay vida para mí", afirmó una vez.
La "falta de temor genética a los gobernantes" de Rostropovich, como solía comentarse en Rusia, lo llevó en 1971 a entrar en conflicto con las autoridades soviéticas, cuando intercedió a favor del proscrito escritor Alexander Solzhenitsin. En 1974, Rostropovich y su mujer debieron emigrar. En 1978 la pareja fue privada de la nacionalidad soviética, que no les fue devuelta hasta 1990. Rostropovich comenzó una segunda carrera como director de orquesta, y entre 1977 y 1994 estuvo al frente de la National Symphony Orchestra en Washington.
Legendaria fue la actuación de Rostropovich en Berlín en 1989. A dos días de la caída del Muro, el músico, en un puesto de control fronterizo, tocó profundamente conmovido música de Bach. Ese concierto espontáneo fue para él "un rezo muy personal", porque tras la caída del Muro se volvieron a juntar las partes de su vida divididas entre Este y Oeste.
