El Super Bowl tendrá todo lo que necesita un gran espectáculo para conseguir alcance mundial: artistas famosos en la cancha, un complejo sistema de seguridad y más de 100 millones de telespectadores en 200 países que estarán pendientes de lo que acontezca el domingo en el estadio Raymond James de Tampa.
Dos grandes estrellas como Jennifer Hudson y el roquero Bruce Springsteen amenizarán la gran final del fútbol americano estadounidense en el que los Pittsburg Steelers y los Arizona Cardinals definirán la corona de campeón.
Hudson cantará el himno de Estados Unidos en su primera aparición pública después del asesinato de su madre, hermano y sobrino en octubre.
La actriz y cantante será la sucesora de otras celebridades como Billy Joel, Neil Diamond, Whitney Houston, Garth Brooks o Beyoncé, en un evento que el pasado año atrajo una audiencia de 148 millones de espectadores solo en Estados Unidos, de acuerdo con la NFL (National Football League).
Springsteen y la E Street Band cantarán en el medio tiempo del desafío.
La presencia de Springsteen se enmarca dentro de la tradición de los últimos años en el Super Bowl, certamen por el que han desfilado reconocidos intérpretes como los Rolling Stones, Paul McCartney, Prince, Tom Petty, U2 y los Heartbreakers, entre otros.
Aunque durante años la contienda estuvo animada por bandas universitarias y de escuelas preparatorias, ya en 1988 se llamó a Chubby Checker, conocido como el “rey del twist”, que se convirtió en el primer músico popular que actuó en la lid.
Cinco años más tarde, en 1993, llegó el clímax con la presencia de Michael Jackson, quien nuevamente participó en 2008 a través de un anuncio comercial.
Janet, la hermana de Michael, sufrió uno de los instantes más recordados de un Super Bowl, cuando en 2004, en plena interpretación, se le desgarró el vestido y quedó al descubierto uno de sus pechos. Desde entonces, los conciertos de rock en la cita son más “convencionales”, la televisión recurre al “falso directo” con unos segundos de retraso y las medidas para diseñadores y responsables de vestuario son más exigentes.
Ahora, ante la presencia de más de 70 mil espectadores en el estadio Raymond James de Tampa, el Departamento de Seguridad Interior y el Buró Federal de Investigaciones elaboraron un minucioso plan de protección para los asistentes, aunque existe un elevado nivel de preocupación, pues se considera que la instalación deportiva carece de las medidas apropiadas de otros edificios y estadios.
De acuerdo con los organismos de inteligencia, las fuerzas que los representan tienen que permanecer en “máxima vigilancia”, ya que los criminales podrían pasar por oficiales gubernamentales o militares usando placas y uniformes del cuerpo de seguridad de Florida robados en ese estado en 2008.

