La escritura es una técnica que permite reproducir gráficamente, para que se vea, el componente fónico del lenguaje, que es el que se oye.
Cuando hablamos, emitimos sonidos. Estos sonidos se combinan formando palabras, esto es, signos lingüísticos dotados de significado, que a su vez se combinan entre sí para formar enunciados, que son las unidades mínimas capaces de constituir un mensaje verbal.
Cada lengua presenta un inventario limitado de sonidos diferentes capaces de distinguir por sí solos un signo lingüístico de otro, una palabra de otra.
Para los que hablamos español, está claro que no es lo mismo decir o escribir “carro” y “caro”. Son dos fonemas diferentes que se representan así: “rr” y “r”, y que caracterizan dos palabras distintas. Sin embargo, aunque en “rosa”, “ro” se escribe con “r”, se articula como “rro” en “carro”.
Esto ocurre porque hay una correspondencia entre fonemas y grafemas, y porque, según la norma ortográfica, nunca se escribe “rr” al inicio de la palabra aunque el fonema sea este que, en la escritura interna de la palabra, representamos así: “rr”. ¿Qué tal “morrina” y “morena”? ¿Y “torrejas” y “orejas”? ¿“arreglo” y “arena”?
¿Hay alguien que quiera jugar con las palabras? Esa es una actividad que se debe disfrutar en familia. ¡Qué palabras tan atractivas son las siguientes! Léalas en voz alta. Deje que se deslicen por sus labios y disfrútelas.
Tal vez quiera escribirlas. Ahora se dice que es bueno practicar la caligrafía: aroma, cadera, enramada, arroparse, arremeter, arameo, cintura, tablero, garrocha, derramar, iracundo, cacharpa, marañonal, garrapata, recoger,
morir, merienda, cuchara, gorra, risa, corazón, aritmética, jurar, horrible y rosa.
¿Quién tiene más palabras que aportar?