Los primeros franceses que se mencionan en la historia de Panamá no tuvieron —desgraciadamente es verdad— una muy digna carta de presentación.
Se trataba de los piratas que asolaron estas tierras en los siglos XVI y XVII. Pero también en su haber se debe mencionar que ellos no tenían el patrocinio de los monarcas de su país, algo que sucedía con los ingleses, que sí lo poseían, lo cual hace que sus acciones, fueran mucho más criticables.
Después de lo anterior, sí ya el Istmo pudo gozar de la magnífica influencia que los mismos franceses ahora afortunadamente nos dejaron por aquí. De los piratas sobre todo, los que actuaban según lo expresado, poco o nada de ellos, alguien se acuerda.
En cambio de lo que realmente nos legaron los franceses o sea por ejemplo la figura del vizconde Ferdinand de Lesseps y su intento de construir el canal sí nos acordamos. A propósito, ¿se imaginan ustedes cómo hubiese sido este país si esto se hubiese podido realizar, es decir cómo hubiera sido Panamá con un canal francés, cómo nos hubiese ido? ¿O qué tal, por ejemplo, cómo se hubieran estructurado hoy tanto médico que antes y desde muy tempranas épocas estudiaban en Bogotá en donde libros y lecciones eran en lenguaje francés? ¿O que tal si pensamos en los hermanos cristianos franceses de La Salle, los que dirigieron por acuerdo gubernamental, la primera Escuela Normal que funcionó en Panamá, o la de los colegios de La Salle, que siguieron después? ¿Y qué pensar de esa arquitectura tan original que nos legaron también esos franceses al levantar el Grand Hotel, hoy sede del Museo del Canal, o el Central o las casonas que aún se pueden observar y ojalá que las restauren, en la Plaza de Arango o en las primeras cuadras de la Avenida Central?
Pero aún queda mucho más de esa influencia en campos como el de la literatura, o de la música, o del cine o de la filosofía, para mencionar unas pocas manifestaciones más y en donde Francia también se ha sabido distinguir.
Algo parecido sucedió en Chiriquí. Ya lo vimos con nuestra fotografía de hoy, tomada por Henry o sea Enrique Jackillon Vial que desde Francia llegó a David en 1904. Dejó una cantidad de fotos de sus gentes y lugares que aún hoy causan admiración. Pero aún hay más influencia francesa en Chiriquí.
En la foto figura también Rafael Lassonde, hijo de Pedro, quien pescó perlas hace ya muchísimos años en los golfos de Montijo y de Chiriquí, y fue uno de los pioneros en ejercer esta actividad.
O el Dr. Alfredo Clement, uno de los primeros médicos que se establecieron en las tierras de Chiriquí y quien tuvo uno de los primeros hoteles en esa privilegiada región.
O Dionisio Lambert, quien ya era vicecónsul de Francia, su país en 1854 (este y los que siguieron, no aparecen en la fotografía), pero fíjense que también fueron pioneros.
Así tenemos también a Enrique Loeffler, quien trazó el primer plano de la ciudad de David.
O la farmacia que en 1856, abrió el ciudadano Thils, también en esa capital. U otros descendientes también de franceses como los Ginbaulth, o los Deliot, o los Lescure, o los Jované, o los Franceschi, o los Saval, o del también doctor León Dubarran, (¿estará bien escrito?), y quien también tuvo botica, o los Montescastini.
Ellos y muchos más que se han podido escapar de esta lista, motivo por el cual nos excusarán, han contribuido como sus descendientes, al progreso y al desarrollo en todos los sentidos de esas poderosas y pujantes tierras que conocemos como las de Chiriquí.
Y cosa curiosa para terminar. Así como Napoleón Bonaparte, algunos de estos seres vinieron también de la isla hoy francesa de Córcega y por eso suenan sus apellidos como si fueran italianos, pero no lo son.
Textos: Harry Castro StanziolaFotografía: Propiedad de Mario Molina Castillo y procesada por Ricardo López Arias
