Gengis Khan y su halcón

Gengis Khan y su halcón
Gengis Khan y su halcón

NATURAL I En una reciente visita a Kazajstán, en Asia Central, tuve la oportunidad de acompañar a un grupo de cazadores que utiliza como arma un halcón. Yo estaba sin intérprete, y al no poder hablar con ellos, prestaba más atención a lo que hacían: vi cómo nuestra pequeña comitiva se detenía, el hombre con el halcón se alejaba un poco, y quitaba la caperuza de plata de la cabeza del ave. No sabía por qué decidieron detenerse allí, y no tenía forma de preguntarlo. El ave levantó el vuelo, trazó unos círculos en el aire y, después, en un ataque certero, descendió en picado hasta el suelo, y no se movió más. Nos acercamos y vimos que tenía un zorro en sus garras. La misma escena se repitió más de una vez a lo largo de aquella mañana. De vuelta a la aldea, me encontré con unas personas que me esperaban, y les pregunté cómo conseguían entrenar al halcón para hacer lo que había visto, hasta posarse en el brazo de su amo. Nadie sabía explicarlo: me dijeron que este arte pasa de generación a generación, el padre se lo enseña al hijo, y éste se lo enseñará al suyo.

LEYENDA I Quedarán para siempre grabadas las montañas nevadas al fondo, la silueta del caballo y el caballero, el halcón levantando el vuelo y el certero descenso en picado. También ha quedado en mi memoria una leyenda que una de las personas me contó mientras almorzábamos: Una mañana, el guerrero mongol Gengis Khan y su séquito salieron a cazar. Mientras sus compañeros llevaban flechas y arcos, él llevaba sobre el brazo su halcón favorito, más certero que cualquier flecha. Sin embargo, no consiguieron encontrar nada. Decepcionado, Gengis Khan decidió regresar solo. Khan estaba muerto de cansancio y de sed. Debido al calor del verano, los riachuelos estaban secos y no encontró sitio donde refrescarse hasta que, ¡milagro!, vio un hilo de agua que caía de unas rocas enfrente de él.En ese mismo momento alejó de sí el halcón, sacó el pequeño cáliz de plata que siempre llevaba consigo, estuvo un rato llenándolo, y cuando estaba listo para llevárselo a los labios, el halcón le arrancó la copa de las manos y lo lanzó lejos de él. Kahn se enfureció, pero, como era su animal favorito, pensó que tal vez tenía sed también. Recogió el cáliz y volvió a llenarlo. De nuevo el halcón se la arrancó y derramó el líquido. Gengis Kahn adoraba a su animal, pero sabía que no podía dejar que le faltara al respeto. Esta vez, sacó la espada, cogió el cáliz y se puso otra vez a llenarlo, manteniendo un ojo en la fuente y el otro en el halcón. En cuanto hubo llenado la copa y se disponía a beber, el halcón de nuevo levantó el vuelo en dirección a él. Khan, de un golpe certero, le atravesó el pecho. El hilo de agua se había secado. Decidido a beber, subió el roquedal en busca de la fuente. Para su sorpresa, vio una poza de agua y, en medio de ella, muerta, una de las serpientes más venenosas de la región. Si hubiese bebido, no estaría vivo. Kahn volvió al campamento con el halcón muerto. Mandó hacer una reproducción en oro del ave, y grabó en una de las alas: "Incluso cuando un amigo hace algo que no te gusta, continúa siendo tu amigo".En la otra, mandó escribir: "Cualquier acción movida por la furia es una acción condenada al fracaso".


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