Miles de cocodrilos han invadido en los últimos años el Lago Nasser, la gran presa que gobierna el río Nilo al sur de Egipto, y hacen la vida imposible a las familias de pescadores que faenan en sus aguas.
Muy esquivos por naturaleza, los cocodrilos son difíciles de ver para los turistas que recorren las aguas del pantano, y pese a ello, ya hay un empresario llamado Awad Morkab que ha ideado una atracción de pago para los visitantes llamada "Watch Crocodile" (Observación del cocodrilo).
En verano, debido a la evaporación del agua, el cocodrilo tiene que sumergirse al fondo del pantano para poder comer, pero -según los pescadores- muchas veces prefiere morder directamente en las redes llenas de los barqueros para hacerse con alimento de forma más rápida.
Aunque los pescadores intentan ahuyentar a los reptiles a golpe de remo, deben ser muy cautos, pues con un solo golpe de su potente cola, el cocodrilo puede partir una "faluca" (pequeña embarcación a vela) en dos mitades.
Egipto es signatario de la Convención de Seattle, que prohíbe la caza del reptil, que en su edad adulta puede alcanzar los cuatro metros de longitud. Su carne, pero sobre todo su cotizada piel, los hace más rentables que el resto de la fauna que puebla el lago.
Según ha podido comprobar Efe, la caza ilegal de cocodrilos existe, y crías de este reptil se ofrecen clandestinamente a la venta a los escasos turistas que visitan los templos rescatados de las aguas del Lago Nasser.

