La familia imperial japonesa ha sido un año más centro de atención de la prensa mundial, y en este 2005 lo fue por la reforma de la ley de sucesión que permitirá a las mujeres acceder al trono y por la boda de la única hija del emperador.
Japón está abocado a ser reinado en el futuro por una emperatriz, dado que hace 40 años que no nace un varón en el seno de la familia imperial.
Para preservar la continuidad de la dinastía reinante más antigua del mundo, el Gobierno encargó a comienzos de año el estudio de la reforma de la Ley de Sucesión a un comité de expertos.
Sus conclusiones, entregadas el pasado 24 de noviembre al primer ministro, Junichiro Koizumi, abren claramente la vía a la entronización de las mujeres.
El comité recomienda un cambio legal para que pueda reinar el hijo primogénito del emperador, sin tener en cuenta el sexo, así como sus descendientes aunque fueran fruto del matrimonio con un plebeyo.
Si la reforma se llevara a cabo, Aiko, la hija del príncipe heredero Naruhito y la princesa Masako, podría convertirse en la primera emperatriz de Japón desde el siglo XVIII.
El sistema imperial de Japón ha tenido ocho emperatrices entre los siglos VI y XVIII, dos de las cuales reinaron en dos ocasiones.
La última en sentarse en el trono fue la emperatriz Go-Sakuramachi, entre 1762 y 1771.
Sin embargo, las mujeres subieron al trono en circunstancias excepcionales para evitar una ruptura de la línea sucesoria, y automáticamente después se retornaba al sistema de sucesión masculina de descendientes del emperador.
La Reforma
El primer ministro de Japón se manifestó a favor de este cambio e indicó que unas encuestas señalaban que el 70% de los japoneses también apoyaban la reforma.
En los sectores más conservadores se considera que permitir a una mujer reinar tendrá un impacto muy grave en la historia imperial.
Este debate se disparó con unas manifestaciones del príncipe Tomohito Mikasa, primo del emperador Akihito.
Mikasa escribió en un boletín que antes de permitir a una mujer reinar se debía estudiar la posibilidad de adopción de miembros de ramas imperiales o incluso reintroducir concubinas en Palacio.

